Comunicación presentada al IV Congreso Ciudades Inteligentes:
Autor
- Héctor Manubens Weinreich, Director Smart Cities, Ikusi
Resumen
Hoy contamos con soluciones tecnológicas capaces de ofrecernos una visión integrada y coherente que aborde la ciudad como un todo. Plataformas que integran, hacen interoperables y coordinan las diferentes fuentes de información y aplicativos. Sin embargo, también es cierto que perviven los silos de información que generan los diferentes departamentos, organismos e instituciones que intervienen en la gestión efectiva de la ciudad, que dificultan que se acometan estrategias y servicios desde una visión integral, conjunta y coordinada, y, por tanto, que ralentizan la creación de ciudades verdaderamente inteligentes. ¿Cómo sería una ciudad en la que la información fluyera sin barreras? Una aproximación práctica desde el punto de vista de las soluciones tecnológicas.
Palabras clave
Servicios Urbanos, Plataforma, Smart Cities, Business Intelligence
Introducción
La incorporación de soluciones tecnológicas a la gestión de las ciudades está generando ingentes cantidades de datos de forma permanente, que es necesario transformar para obtener información de valor que permita afrontar los retos a los que se enfrentan las ciudades del siglo XXI.
Es un primer paso para dotar de inteligencia a una ciudad, pero no es suficiente. Las ciudades son sistemas complejos, cada vez más complejos, en los que un cambio en una de sus variables altera el conjunto del sistema. Pensemos en realidades que están de plena actualidad como por ejemplo el notable incremento de turistas en muchas de nuestras ciudades. Desde un punto de vista estrictamente económico, los turistas generan ingresos y riqueza. Pero, si el análisis se realiza desde el punto de vista de la movilidad de los ciudadanos, el turismo masivo genera problemas de sostenibilidad en el transporte y, en los casos más extremos, de convivencia entre autóctonos y visitantes. La pregunta es: ¿cómo pueden las ciudades alcanzar el equilibrio entre sus diferentes retos?
Para que las soluciones tecnológicas adquieran un verdadero valor en la gestión de las ciudades, es necesaria una visión integrada y coherente, que aborde la ciudad como un todo y que sea capaz de cuadrar una ecuación con múltiples “incógnitas”, derivadas de su complejidad creciente.
Para ello es imprescindible superar los silos de información que generan los diferentes departamentos, organismos e instituciones que intervienen en la gestión efectiva de la ciudad, de tal forma que se acometan estrategias y servicios desde una visión integral, conjunta y coordinada.
Para superar esa captación individual y vertical de la información, en Ikusi hemos desarrollado una Plataforma de Gestión Urbana que impulsa la integración, la interoperabilidad y la coordinación de las diferentes fuentes de información y aplicativos. Esta plataforma integral, por y para la gestión de los servicios urbanos, centraliza, procesa y explota datos en tiempo real, transformándolos en información útil con herramientas de business intelligence y big data para conocer el estado global de la ciudad en su conjunto. Asimismo, permite realizar un seguimiento pormenorizado de los diferentes procesos que dan soporte a las iniciativas encaminadas a la consecución de una ciudad más sostenible e inteligente.
Este análisis de una cantidad cada vez mayor de datos nos está permitiendo transitar hacia una analítica predictiva que nos explica qué va a pasar, y en el estadio superior de este proceso de creación de conocimiento desde el dato seremos capaces de desarrollar una analítica prescriptiva y hacer que las cosas sucedan tal y como las hemos previsto.
El concepto Smart City, del proyecto al proceso
¿Se puede calificar una ciudad como inteligente por contar con un sistema de luminarias conectadas a internet? ¿O lo es cuando los semáforos se adecúan al tráfico? En el ámbito de las Smart Cities hay diferentes grados en la inteligencia.
El primer estadio se produce cuando la ciudad cuenta con un sistema aislado que funciona de forma automática, o al menos ofrece información para tomar decisiones concretas, que pueden ser ejecutadas por un elemento fuera del propio sistema. Por ejemplo, un sistema de luminarias inteligentes que se encienden y apagan según la luminosidad ambiental, gracias a sensores instalados en ellas que detectan cuando hay luz natural y cuándo deben encenderse. O que detecten cuándo una de ellas está averiada y den un aviso al operador para su reemplazo. O que puedan apagarse y encenderse de forma remota a través de una aplicación de software. O que puedan detectar la presencia de personas y aumentar su intensidad al paso de estas.
El segundo paso se produce cuando existe más de un sistema y estos se encuentran funcionando de forma coordinada y armónica. Por ejemplo, un sistema de semáforos que cuando abran el verde para peatones iluminen con más intensidad el cruce. Estos sistemas cumplen una función inmediata, pero no generan datos de valor para la gestión de la ciudad.
En un tercer nivel, cuando ya contamos con varios sistemas coordinados a través de una plataforma de gestión común, que pueda tomar decisiones, y prever acciones de diversas escalas, como por ejemplo la peatonalización en función de la presencia o la previsión de una afluencia masiva de personas por una manifestación, captada por sensores o un partido de fútbol. Aquí, la analítica de big data entra a formar parte de la operación de la ciudad, que se centraliza en plataformas de gestión y operación. En este caso, las funciones pueden ser descriptivas, de diagnosis, o predictivas. Aquí la ciudad entra en una forma de inteligencia que siente y responde ante estímulos.
En un cuarto nivel, sumamos a ese sistema la información otras fuentes que no tienen por qué ser sistemas de operación urbana sensorizados, sino datos estadísticos o de otra índole sobre la ciudad: zonificación urbana, catastro, estadísticas de uso de servicios, e incluso información de fuentes privadas –como datos de geolocalización de operadores, aplicaciones celulares, datos de compraventa de suelos facilitados por compañías de real estate, consumos de agua o energía facilitados por el gobierno o empresas concesionarias de servicios, etc. De esta forma se habilitan unas funciones que permitirían desarrollar nuevos servicios dirigidos tanto a ciudadanos, como a gobierno y empresas, optimizando el funcionamiento de la ciudad, mejorando la oferta al ciudadano y creando un ecosistema de datos para favorecer la aparición de nuevos negocios.
Un caso práctico, aunque no real, de qué puede hacer una ciudad inteligente
Imaginemos una gran ciudad europea que acoge una final de un importante acontecimiento deportivo como la Champions. Para un evento de tal magnitud, los diferentes organismos de la ciudad elaboran un plan específico al prever grandes masas de personas que van a moverse por la ciudad. En el Centro de Control de Seguridad Urbana, y en el Centro de Control Aeroportuario, también se preparan para el gran día del partido.
Los 2 Centros de Control están físicamente separados en diferentes zonas de la ciudad, pero interconectados a través de la red, y compartiendo información a tiempo real entre los centros y otros organismos de la ciudad. La información fluye formando una macro-red interconectada, que permite a los responsables de la ciudad visualizar, medir y gestionar lo que está ocurriendo en tiempo real en su ciudad con una visión holística.
Muchos de los seguidores van a llegar vía aérea, incrementando considerablemente la actividad habitual del aeropuerto de la ciudad. Además, es un día con cierta niebla, que impacta en el rendimiento de aterrizajes y despegues. Desde la torre de control se activa el protocolo de ‘Low visibility conditions’ para las operaciones en plataforma. La señal que se activa va desde la torre de control a varios paneles informativos situados en las ‘carreteras’ internas del aeropuerto gracias a las soluciones software de información al público (Dolphin). Los paneles tienen conectividad WiFi y reciben la orden por el aire que afecta a la regulación de los vehículos que se mueven por plataforma (buses de pasajeros, tractores llevando las maletas, vehículos de servicios especiales, etc.).
Un imprevisto más. Una aerolínea tiene un problema en un avión en el aeropuerto origen y tiene que fletar otro más grande, con una envergadura no compatible con la capacidad de la puerta de la Terminal donde originalmente estaba asignado el vuelo. Una aplicación de gestión de operaciones (Beluga) asigna los recursos del aeropuerto de manera intuitiva y adaptada a los procesos del aeropuerto en tiempo real. La aplicación software recalcula inmediatamente la puerta disponible para un avión de esas dimensione y los hinchas desembarcan sin problemas. Esta aplicación gestiona la programación de las aerolíneas y planifica los recursos del aeropuerto asociados a las operaciones que se realizan y es capaz de realizar los ajustes necesarios a la planificación derivados de las incidencias diarias como cancelaciones, retrasos, desvíos, cambios de ruta, etc.
El cambio de avión, unido a la niebla, hace prever a los responsables del aeropuerto un incremento puntual de la tasa de pasajeros en una de las terminales del aeropuerto. No hay problema. Hay soluciones que de forma anticipada son capazces de predecir estas situaciones y en el Control de Pasaportes y así abrir líneas adicionales para evitar largas colas de pasajeros que ya van con cierto retraso. Son soluciones que permiten hacer un seguimiento de los pasajeros durante su recorrido en el aeropuerto, conocer su demanda en cualquier punto de la terminal y medir la capacidad en tiempo real en cada zona, anticipando cuellos de botella en un estadío temprano para actuar pro-activamente. Estos indicadores se obtienen integrando distintas fuentes de datos que la solución (Spider Pax Flow) transforma en conocimiento para la toma de decisiones.
La llegada de los hinchas se ha desarrollado de forma fluida, pero en un entorno como el aeroportuario la seguridad es imprescindible. Un punto crítico es identificar a aquellos hinchas que puedan causar problemas. Las soluciones software de seguridad (Armadillo) proporcionan soporte a la gestión de la seguridad de los aeropuertos en tiempo real y aseguran el funcionamiento óptimo de todo el conjunto de sistemas de seguridad, todo bajo una única plataforma de control, integrando las tecnologías más avanzadas y los requisitos específicos del entorno.
Esta plataforma de seguridad, justo antes de llegar al control de pasaportes, detecta por medio de una cámara con reconocimiento facial, a un hincha radical en la lista negra de la policía, alerta al operador del centro de control aeroportuario y muestra el protocolo de actuación que hay que aplicar. El operador alerta a la policía ubicada en el control de pasaportes, y envía una foto de la persona detectada a los smartphones de los agentes. Los agentes identifican a la persona de la lista negra y se la llevan a dependencias policiales del aeropuerto.
La combinación de soluciones de mejora y optimización de procesos aeroportuarios y soluciones de información al pasajero permite hacer un tracking del tiempo de espera estimado para la entrega de equipajes a través de los dispositivos de campo embedidos en los carritos transportadores de maleta. La información se va actualizando y se muestra en las pantallas de información, mejorando la experiencia al pasajero.
Ha llegado el momento de elegir entre las diferentes opciones de transporte urbano para llegar al centro de la ciudad. El centro de control de movilidad ya está avisado de que va a aumentar el número de pasajeros durante las próximas horas. El grupo de hinchas se decanta por el metro. Les han informado de que el mismo billete les va a permitir acceder a otros medios de transporte (interoperabilidad).
El sistema de mejora y optimización de los procesos aeroportuarios manda una señal al Centro de Control de Movilidad Urbana indicando una ratio de pasajeros superior al previsto en la zona de T1, para que se puedan reforzar el transporte terrestre del aeropuerto a la ciudad. A través de los sistemas de información al ciudadano (paneles informativos), pueden observar la información de los diferentes medios de transporte que tienen disponibles (Metro, bus, tranvía, BRT, taxis, etc.) junto con sus tiempos de llegada, con el fin de que el usuario pueda seleccionar uno de ellos según sus preferencias.
Las soluciones de Internet of Things, unidas a la red de comunicaciones, permiten que en todo momento la información fluya hacia el centro de control de movilidad, desde las propias máquinas de billetaje, o desde la canceladora del autobús al que finalmente se han subido los hinchas para llegar a las inmediaciones del campo de fútbol.
Pero la información fluye en una doble dirección. Los pasajeros también se pueden beneficiar de la existencia de redes interconectadas para obtener información útil a través de sus dispositivos móviles.
El traslado desde el aeropuerto se está produciendo según el horario previsto, pero se acerca la hora punta y el tráfico aumenta. Los hinchas se ponen nerviosos, llega la hora del partido y se anuncian retenciones de hasta 5 kilómetros. En el centro de control de tráfico son conscientes de que hoy los aficionados son una prioridad y deciden enviarlos a través de una vía de pago. Tomar esta decisión ha sido posible porque una cámara ha detectado la congestión, ha enviado los datos al gestor de tráfico y, tras analizar la situación, ha priorizado el tráfico de los hinchas, indicando a través de un panel informativo que las hinchadas vayan por una ruta de pago y el resto de vehículos por otra ruta (desviando así el flujo de tráfico por dos sitios diferentes). Por cierto, la ruta de los hinchas es de cobro por uso de flujo libre, es decir, un pórtico sin barreras.
Objetivo cumplido, los aficionados han llegado a tiempo para ver la gran final.
La seguridad de los ciudadanos y de los aficionados es otra de las prioridades en grandes eventos deportivos. Centramos la atención en los hinchas que están acudiendo andando al estadio. La ciudad está supervisada desde un centro de control de seguridad mediante un sistema de cámaras distribuido por la ciudad. El centro de control está siendo operado por los vigilantes que visualizan las zonas supervisadas a través de un gran videowall.
Un sistema mediante un lector de matrículas ha detectado un coche robado. El lector, a través de la red Wi-Fi manda la información a la plataforma de seguridad indicando una prealarma al centro de control ya que el vehículo figura como robado en una base de datos. Esta solución notifica la incidencia a la patrulla más cercana, que procede a buscar el coche sospechoso. Las cámaras asociadas a la plataforma de seguridad siguen automáticamente al vehículo (Auto-Tracking. La policía llega a tiempo y se neutraliza a los posibles alborotadores. Una ciudad inteligente como la que describe este caso práctico no es un concepto abstracto y futurista que requiere enormes inversiones. Los sensores, las redes de comunicaciones, las soluciones y aplicaciones software y las plataformas capaces de ofrecernos una visión integrada y coherente que aborde la ciudad como un todo ya existen. Plataformas que impulsan la creación de ciudades verdaderamente inteligentes a través de la integración, interoperabilidad y coordinación de diferentes fuentes de información y aplicativos, superando los silos de información que generan los diferentes departamentos, organismos e instituciones que intervienen en la gestión efectiva de la ciudad.
Conclusiones
Hemos hablado del Internet de las Cosas, de las redes de telecomunicaciones, de sensores (sean estos smartphones o dispositivos de hardware instalados en las ciudades), de plataformas de software para el procesamiento de información. Estos elementos constituyen las soluciones tecnológicas urbanas. a smart city, en cambio, requiere un paso adicional. Se refiere al uso de la información que es capaz de captar y transmitir toda esta infraestructura, a la provisión de servicios a los ciudadanos de forma eficaz y eficiente, a la gestión de la ciudad, al bienestar de la sociedad y a la participación de la iniciativa privada con soluciones que corren sobre esta infraestructura. La smart city tiene que ver con involucrar a los ciudadanos para opinar y contribuir a mejorar la gestión de las ciudades por parte de sus gobernantes, y también con la oportunidad para generar nuevas oportunidades de desarrollo social, cultural y económico.
El desarrollo de las ciudades inteligentes requiere una combinación de soluciones tecnológicas y de cambio cultural:
- La presencia de una adecuada red de telecomunicaciones, fija y móvil. Con suficiente cobertura y ancho de banda para asumir las necesidades de un número dispositivos conectados que crece exponencialmente cada año.
- Una “cultura” de utilización de las redes, con ciudadanos conscientes y un gobierno a la altura, capaz de manejar estas herramientas y sacarle partido.
- Un buen nivel de emprendedores que garanticen una oferta creciente basada en las ventajas de contar con una buena red de telecomunicaciones.
- Ayuntamientos capaces y dispuestos, que conozcan bien sus necesidades e inviertan en la digitalización de procesos. Esta inversión no es tanto económica como de aprendizaje por parte de sus funcionarios, que deben adaptarse a estas nuevas tendencias de gestión urbana. En este sentido cabe destacar la necesidad de buscar los puntos de intersección de procesos y operaciones entre las distintas dependencias de gestión de la ciudad: seguridad, movilidad, medio ambiente, agua y energía, servicios sociales, obras públicas, protección civil, desarrollo urbano, todas estas dependencias se relacionan entre sí y pueden mejorar notablemente su gestión con una adecuada transferencia de información y la unificación y normalización de procesos de gestión.
- Una normalización de protocolos. En la Unión Europea, se está liderando los procesos de normalización del software de gestión urbana, de sus protocolos de intercambio y su compatibilización, para generar sistemas (HW y SW) compatibles y que abran el mercado a distintos proveedores para evitar monopolios en un sector tan sensible como el de la gestión de las ciudades.
- El establecimiento de reglas abiertas y transparentes para el uso de datos abiertos por parte de usuarios y entidades privadas.
- La apertura de canales entre departamentos de gobierno para compartir datos e información.
- La necesidad de establecer reglas y canales de participación e involucramiento por parte de los ciudadanos para incluirlos en los diseños de las iniciativas.
- La creación de dependencias específicas para dirigir la transformación digital de la ciudad, que coordine junto con las dependencias tradicionales de gobierno todo este proceso. Si no existe un liderazgo claro, estos procesos serán descoordinados e ineficientes.
- La adopción de una visión de escala, entendiendo que las ciudades en su conjunto no se pueden abordar con una estrategia única de transformación digital cuando esta involucra hardware. Es necesario identificar áreas de la ciudad y problemáticas concretas, y a partir de ahí escalar en funciones y en el ámbito geográfico.
Referencias
Comité Técnico de Normalización de AENOR AEN/CTN 178 “Ciudades Inteligentes”, impulsado por la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI), tiene como objetivo facilitar la implantación de infraestructuras tecnológicas que permitan desarrollar un nuevo modelo de gestión de servicios urbanos basados en la eficiencia, la sostenibilidad y resiliencia.