Comunicación presentada al I Congreso Ciudades Inteligentes:
Autor
- Pablo Rodríguez Bustamante, Socio, Consultor GEOCyL
Resumen
La movilidad inteligente tanto en las ciudades como en los espacios intermedios es un término del que cada vez se habla con más fluidez pero, en ocasiones, con parco conocimiento. No es la tecnología la que debe marcar la pauta, es la planificación la que debe prevalecer ante toda estrategia de movilidad inteligente, sostenible o verde. Para que la estrategia de movilidad en una ciudad sea lo más «smart» posible, la apuesta debe dirigirse a organizar, según su importancia y trascendencia, los diversos medios de transporte: peatón, bici, transporte público-colectivo y privado. La experiencia del proyecto «Mi Ciudad Inteligente» hablará de los SIT, la accesibilidad, la autonomía en la conducción y su intervención en el espacio urbano.
Introducción
El término «smart mobility» o movilidad inteligente hace referencia a una serie de iniciativas, políticas y acciones cuyo objetivo prioritario es favorecer la movilidad en las ciudades de modo que ésta no suponga una traba al quehacer diario en las urbes ni a su desarrollo. Se trata de una serie de actuaciones que lo que pretenden es facilitar la movilidad de los usuarios -bien sea a pie, en bicicleta, transporte público o privado- bajo una premisa común: ahorro en costes económicos, ambientales y tiempo, que es en definitiva lo que las otorga el apellido de «inteligentes».
No es la tecnología la que debe marcar la pauta, al igual que ocurre con otras muchas disciplinas -sino todas- en el mundo de las smart cities, es la planificación la que debe prevalecer ante toda estrategia de movilidad inteligente, sostenible, verde, o como queramos denominarla. Para que la estrategia de movilidad en una ciudad sea lo más «smart» posible, la apuesta debe dirigirse a organizar, según su importancia y trascendencia, los diversos medios de transporte. Así es, primero se deberán favorecer las iniciativas orientadas a la peatonalización (no de las calles, sí de las acciones para fomentar el transporte a pié), como modo de desplazamiento más inteligente. En segundo lugar, la bicicleta -eléctrica o convencional- que constituye un vehículo que consume escaso espacio urbano, permite desplazarnos velozmente en la ciudad y con emisión cero, además de una contaminación acústica casi nula. En tercer lugar se encontraría el transporte público, aquel colectivo fundamentalmente, cuyas emisiones, consumo de espacio y demás variables asociadas al transporte, se encuentran compartidas (autobuses urbanos, autocares interurbanos, tranvías, metro, etc.). Por último, el transporte privado pasaría a estar a la cola de los medios de transporte en las urbes. En caso de resultar necesario, hay que abogar por aquel transporte compartido (en cualquiera de sus modalidades, car sharing y car pooling, que tanta transcendencia está teniendo actualmente) y/o por el vehículo eléctrico o al menos aquel considerado de bajas emisiones.
Así, no cabe sólo pensar en soluciones en movilidad en torno al tráfico rodado, sino que antes que éstas, se plantean otras tan interesantes o más, enfocadas a la mejora de la movilidad de las personas, nos referimos principalmente a aquellas dirigidas al peatón. Quizá ese debería ser el orden lógico, aunque en función de las características intrínsecas, la naturaleza, los avances, el planeamiento, etc. de cada ciudad, deberán priorizarse entre unas medidas u otras, sin duda.
Situación actual (y/o antecedentes)
Hay que contextualizar con algunos datos de los que la mayoría ya serán conscientes: actualmente en el 2% de la superficie del planeta se alberga el 50% de la población mundial -las ciudades-, que consumen el 75% de la energía que se produce y, a su vez, supone el 80% de las emisiones de CO2 a escala global. Con esta información, no debe sorprendernos la preocupación generada en torno a las urbes del futuro, o que hayan surgido así las «ciudades inteligentes» o smart cities. Y, por ende, la concienciación por unos sistemas de transporte sostenibles, maduros e inteligentes también en definitiva. Algunos de los principales problemas que se presentan a la hora de analizar el transporte en las ciudades se relacionan con la contaminación, el ruido, los accidentes, la congestión, etc., pero seguramente el más trascendental de todos ellos sea la falta de previsión o análisis territorial (del que después penderán los otros). Fruto de este diagnóstico del territorio, pueden plantearse soluciones globales a nivel local; y no nos referimos a la «glocalidad» -pensar globalmente y actuar localmente-, que también, sino a soluciones que afecten a todos los parámetros o problemas ambientales con una actuación puntual o local. De este modo, algunos proyectos relacionados con la correcta ordenación territorial, la mejora de los vehículos -tanto públicos como privados-, una óptima gestión del tráfico o aquellos de índole social, pueden repercutir muy ventajosamente sobre la habitabilidad urbana y la movilidad.
El objeto de la movilidad es el flujo de las personas independientemente del medio que utilicen para desplazarse: a pie, transporte público, automóvil o en bicicleta. Esta característica hace que la movilidad en las ciudades sea un concepto mucho más amplio que transporte. La estructura de las ciudades es un factor que influye directamente en la demanda de movilidad y condiciona las respuestas individuales y colectivas a ella, es decir, el modo de transporte elegido, la frecuencia de desplazamientos, su distancia. En este sentido, vamos a mostrar algunas actuaciones interesantes que se están llevando a cabo, sin que tengan porqué ser siempre replicables o adaptables/adaptativas a todos los espacios urbanos por igual.
Movilidad, no sólo transporte
Movilidad a pie
Comenzamos por la movilidad a pie, la forma más sana y fundamental de desplazarse, caminar. De esta manera comienzan y terminan todos los desplazamientos, no es costosa, no contamina, es saludable y es accesible para todos, salvo para personas con movilidad reducida para lo cual se está trabajando. Además, el hecho que supone favorecer la peatonalización o dinamizar el pequeño comercio de nuestras calles hace la ciudad más habitable, atractiva y sostenible. Vayamos a lo práctico: en Huesca se ha puesto en marcha un nuevo plan de movilidad que peatonaliza las principales arterias, creando aparcamientos disuasorios y mejorando la red de carril-bici favoreciendo los desplazamientos no motorizados e incluyendo nuevos servicios de transporte en autobús, entre otras iniciativas.
Movilidad en bicicleta
En cuanto a la bicicleta, en la mayoría de las ciudades de la Red Española de Ciudades Inteligentes existe un sistema de préstamo de bicicletas. Diferentes precios, horarios, modelos de préstamos; pero todas ellas buscan incentivar el uso de la bicicleta por los ciudadanos, reduciendo así la utilización de autobuses, tranvías o el metro. Ciudades como Barcelona, Zaragoza o Sevilla han experimentado una gran mejora en la movilidad urbana con la introducción de estos sistemas. Si bien, los servicios de préstamo de bicis, van más allá, no deberían buscar perpetuarse, sino hacer que el usuario al experimentar la movilidad ciclista, opte por utilizar su propia bici, por lo que se hace necesaria la instalación de bicicleteros. También empiezan a implantarse servicios de bici-transporte, sin restricciones horarias de carga y descarga, sin multas y, más importante todavía, de una forma sostenible. Tanto para servicios de paquetería -reparto «de última milla»- como transporte de personas.
Transporte público
Otra de las premisas necesarias para que la movilidad sea un elemento transformador y democratizador es mejorar el transporte público. Actualmente se tiende a buscar vehículos mucho más ecológicos, como han hecho muchas ciudades, por ejemplo Santander con buses híbridos, o Córdoba con minibuses 100% eléctricos y adaptados a un casco histórico Patrimonio de la Humanidad. Una de las últimas experiencias es el Proyecto Victoria en Málaga, donde un autobús 100% eléctrico modificado se carga en movimiento y sin cables. Pero además de ecológico, el transporte público para competir con el transporte privado ha de ser REC(I) -aludiendo a esta red de ciudades inteligentes-: rápido, económico y cómodo, a lo que se puede añadir «inteligente». Por ejemplo, el Ayuntamiento de Zaragoza se ha planteado estudiar ajustar la demanda y cobrar por el transporte público en función de la hora. Incentiva su uso en las franjas horarias más tranquilas y evitar aglomeraciones en horas punta, eludiendo poner buses de refuerzo. Además puede ofrecer servicios complementarios al ciudadano, como wifi a bordo, apps informativas, mejoras en accesibilidad para invidentes y personas con movilidad reducida, sistemas de pago más rápidos (NFC). Para finalizar, los propios vehículos pueden aprovecharse como sensores ambientales móviles que recojan información de la calidad del aire a lo largo de la ciudad.
Transporte privado
Y, para finalizar, el transporte privado. En primer lugar, en lo que a vehículos particulares se refiere, cabe resaltar la importancia que cobra la gestión de los centros de tráfico, así como soluciones de aparcamiento, bien con sensores en vía pública (Málaga o Santander), bien utilizando al ciudadano como propio sensor a través de su Smartphone (Valladolid, Madrid u Oviedo). A esto, se suman otras iniciativas de diversa índole; por ejemplo, en Valladolid existen un conjunto de medidas municipales para favorecer la implantación de la movilidad eléctrica en la ciudad, tanto fiscales, informativas o de fomento, entre las que se encuentra el Proyecto piloto “Recarga VyP” para la implantación de puntos de recarga de vehículo eléctrico que comparte con Palencia o la creación de itinerarios VELID (Vehículos Eléctricos de Limitadas Dimensiones), que se benefician de la utilización de los accesos o itinerarios restringidos a motocicletas. También, en España cada vez más ciudades ofrecen el sistema de car sharing o alquiler por cortos espacios de tiempo. Pero, sin duda, la mejor manera de apostar por el vehículo eléctrico es utilizarlo para las actividades públicas, bien sea por la policía municipal (Palencia o Valencia) o para el uso del servicio de parques y jardines como en el Parque Natural de Gestión Municipal de Clot de Galvany (Elche), así como favorecer el uso de flotas eléctricas para empresas de reparto, con beneficios como el acceso a zonas restringidas o un horario más amplio.
ITS | SIT [Sistemas Inteligentes de Transporte]
Los SIT (Sistemas Inteligentes de Transporte) y la accesibilidad, como no, juegan un papel importante dentro de las iniciativas contempladas. Son unos espacios de trabajo, sobre todo aquel de la accesibilidad, en los que queda aún mucho por recorrer pero de los que existen ya actuaciones más que interesantes. Los sistemas inteligentes de transporte, por su parte, contemplan un abanico muy amplio de posibilidades -siempre acompañados de puntera tecnología- que abren el espectro a lo más insospechado. Y es que, pese a que se ha ligado el término smart mobility a los SIT, éste no debe reducirse únicamente a estos sistemas de transporte integrados, sino que abarca muchos más conceptos como los expuestos. Los SIT nos brindan información acerca de incidencias -accidentes, retenciones, obras-, densidad, información meteorológica, etc., que después puede contemplarse a la hora de llevar a cabo una correcta planificación.
La autonomía en la conducción y su intervención en el espacio urbano, será otro de los temas a tratar con incipiente interés y por la que, aunque no queramos, nos veremos atrapados en un espacio relativamente corto de tiempo.
Accesibilidad
Las ciudades accesibles para todos son una asignatura pendiente. La planificación urbana, en los viales, infraestructuras y accesos en general han experimentado cambios positivos en los últimos años. Pero no sólo en las calles propiamente dichas o en el mobiliario urbano son necesarias estas modificaciones. Adaptar algunas soluciones a personas con movilidad reducida, ciertas discapacidades sensoriales, así como otras variables que entran en juego como la edad se hace necesario. Así, por ejemplo, algunas actuaciones como en Málaga donde el transporte público está dotado de un sistema de lectura de líneas en las paradas, a la demanda para discapacitados auditivos. Hay que tener en cuenta los colectivos en riesgo de exclusión no sólo social, sino tecnológica para combatir la conocida «brecha digital».
Conclusiones
La experiencia recogida durante tres meses al hilo del proyecto «Mi Ciudad Inteligente» aporta una visión holística de la movilidad sostenible en España, habiendo recorrido y conocido de primera mano iniciativas, políticas y actuaciones a lo largo de treinta smart cities españolas. Ese know how adquirido ha permitido tener una concepción de esta materia y de cómo las ciudades afrontan estos problemas en nuestro país con intervenciones simples o complejas pero que, en cualquier caso, han cuajado bien y han sido resolutivas. Algunas de ellas sin parangón.
El objetivo de esta Comunicación es dar a conocer de primera mano las propuestas y proyectos que se están desarrollando en materia de movilidad inteligente en nuestras ciudades, funcionando a modo introductorio del campo de actuación en cuestión. El momento es clave en cuanto al proceso de transformación de los sistemas de transporte, sólo aquellas urbes que sepan generar un cambio en la forma de moverse de sus ciudadanos estarán en ventaja respecto al resto.
Aunque ya se han implementado muchas acciones en muchos de los campos de la movilidad sostenible, también se puede y debe trabajar en otros ámbitos, como por ejemplo: la contaminación acústica (pavimentos cada vez menos sonoros, vehículos menos ruidosos como los eléctricos -sin olvidar la seguridad del peatón-), los proyectos para la reducción del impacto de las TIC como LIFE GreenTIC que aboga por la eficiencia en la utilización de apps y otros recursos tecnológicos.
El mundo del geomarketing también tiene mucho que aportar en este sentido. Por un lado, buscando el emplazamiento idóneo para una actividad comercial -reparando en sus costes de desplazamiento o transporte posteriores-, las rutas de distribución óptimas -tanto para mercancías como pasajeros-, o el propio geofencing que apunta hacia las costumbres de los ciudadanos/consumidores pudiendo orientarles en sus compras con el consiguiente ahorro en desplazamientos poniendo en valor sus propios intereses.
Si hacemos ciudades para coches, tendremos coches, si hacemos ciudades para bicis, tendremos bicis, si hacemos ciudades para peatones, tendremos peatones. Y es que, como decía el geógrafo David Harvey, “el tipo de ciudad en que queremos vivir está ligado al tipo de personas que queremos ser” (Harvey, 2012).
Agradecimientos
No quiero dejar pasar la oportunidad sin acordarme de todos los colaboradores que hicieron posible el proyecto «Mi Ciudad Inteligente». Desde los emprendedores que nos acompañaron en esta aventura, hasta las grandes empresas como Renault e Ingeteam que fueron el sustento económico de la iniciativa. Sin olvidar, por supuesto, el apoyo incondicional de la RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes) y los Ayuntamientos que la componen, instituciones que abogaron por esta propuesta que concluyó exitosamente. Por último, a mi compañero y socio Eduardo Bustillo, por las experiencias vividas.
Referencias
- Harvey, D., 2012, Rebel Cities. From the Right to the City to the Urban Revolution (‘Ciudades rebeldes: del derecho a la ciudad a la revolución urbana’) Ediciones Akal, S. A., Madrid.
(16 diciembre 2013). - Territorio y Marketing (18 noviembre 2013).
Nota: Este artículo fue presentado y publicado en el Libro de Comunicaciones del I Congreso Ciudades Inteligentes.