Comunicación presentada al I Congreso Ciudades Inteligentes:
Autor
- Alain Jordà, Experto en Desarrollo Local
Resumen
Tras cerca de un lustro de desarrollo de las Smart City, las ciudades se plantean dudas sobre el camino a seguir al no estar obteniendo los retornos deseados de las inversiones realizadas hasta ahora. Las ciudades necesitan revisar sus planteamientos sobre la Smart City, dar algunos pasos y cambiar sus enfoques para empezar a rentabilizar, económica y socialmente su apuesta por la Ciudad Inteligente. Esta comunicación es una propuesta concreta a las ciudades para avanzar en esa línea.
Un poco de historia
Es conveniente empezar haciendo un breve repaso a la historia del término Smart City:
- Las empresas globales de TICs inventan, como respuesta a la crisis económica global de 2008, una etiqueta -Smart City- para abrirse un nuevo mercado: el de las ciudades.
- ¿Qué idea yacía bajo esa etiqueta? Se proponía incorporar a las ciudades una plataforma tecnológica integrada que gestionaría la ciudad permitiendo mejorar la eficiencia en sus procesos.
- La etiqueta consigue su cometido de marketing y las ciudades empezaron a contratar proyectos bajo la etiqueta «Smart City». Eso ocurre en ciudades grandes, medianas y pequeñas, y en todos los rincones del mundo desarrollado y en desarrollo.
- La etiqueta ha tenido mucho éxito y se ha difundido extensamente. Los numerosísimos proyectos que se han promovido a su amparo, sin embargo, quedan bastante lejos de las expectativas prometidas. ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido?
El proceso mismo de aparición del concepto puede darnos algunas respuestas:
- Los promotores originales del término quieren aportar una solución tecnológica a la gestión de las ciudades pero lo hacen desde el desconocimiento del complejo funcionamiento de una ciudad y, por lo tanto, tampoco saben cómo gestionarla.
- La idea de una plataforma integrada es una herramienta perfectamente operativa y eficaz para gestionar una empresa, incluso si ésta es de dimensiones planetarias. En una empresa es un concepto simple el relacionar, por ejemplo, los pedidos de clientes con la gestión del almacén, la facturación y la emisión de pedidos a los proveedores. En una ciudad, esa identificación de procesos y su plasmación en un diagrama de flujos es muchísimo más complicada por la diversidad de agentes que influyen en cada momento y la casi infinidad de actividades que se desarrollan en ella y que influyen unas en otras. Además, a diferencia de la empresa, en la que rige un sistema jerarquizado y que está orientada a una única finalidad -ofrecer servicios y/o productos al cliente-, en la ciudad conviven e interactúan múltiples agentes con objetivos e intereses múltiples y dispares. Por eso es por lo que una plataforma integrada capaz de gestionar una ciudad sigue sin existir todavía a día de hoy.
- Por eso también es por lo que los proyectos Smart de las ciudades que hemos visto hasta hoy no son más que adaptaciones simples y bastante directas de la tecnología a problemas concretos que las ciudades tenían pendientes de resolver.
- Es decir que esos proyectos surgen de plantearse preguntas como ¿podemos reducir el gasto en alumbrado público? o ¿podemos no regar cuando el suelo está húmedo? Problemas reales cuya solución genera mejoras en la eficiencia pero que para nada abordan la dinámica compleja del día a día de la ciudad.
- Además, esos proyectos no surgen de necesidades concretas de ciudadanos o de empresas locales ni tan solo les tienen en cuenta para la búsqueda de soluciones.
Los problemas que aparece
Tras unos años de avance por la senda “smart”, las ciudades se encuentran ante una situación con varias facetas pendientes de resolver.
- Una vez comprobado que el retorno de las inversiones no ha llegado ni se vislumbra tampoco en un plazo asumible, las ciudades desean rentabilizar a corto plazo las inversiones que llevan realizadas, amén de definir cuál debe ser la ruta a seguir.
- Las empresas proveedoras que han estado dispuestas durante años a asumir el desarrollo de proyectos piloto para demostrar la efectividad de las tecnologías que proponían, han superado esta etapa y quieren que se les contraten proyectos plenamente operativos y en condiciones económicas normales.
- Por otro lado, las mejoras que han aportado los sistemas implantados no son percibidas como tales mejoras por los ciudadanos ni son percibidas como beneficios por las empresas locales.
- En paralelo, los cambios sociales que se están produciendo a escala global hacia una reclamación de mayor influencia directa de la población en las decisiones políticas que le afectan o las peticiones de más transparencia en la gestión pública, introducen un nuevo factor que los gobernantes locales necesitan tener en cuenta.
Algunas reflexiones necesarias
En este apartado quiero introducir algunos conceptos relevantes para considerar hacia dónde debe evolucionar el enfoque de la smart city por parte de los gobiernos locales.
La tecnología, un medio pero no un fin
Se está asumiendo, por fin, que la tecnología no puede ser más que un medio para mejorar las ciudades frente a la actitud vigente hasta hace poco de que había que implantar tecnología porque eso iba a rendir sus frutos en el futuro.
Top down y bottom-up
Los proyectos de la Smart City original son todos de arriba hacia abajo (top-down). Es decir, son propuestos por las empresas de servicios a sus clientes, los ayuntamientos, quienes los aprueban y los ejecutan. Incluso podemos afirmar que, sin el término de Smart City, buena parte de esos proyectos se habrían llevado a cabo igualmente. Por ejemplo, sistemas de regulación del alumbrado ya funcionaban en España antes de la aparición de la Smart City. Ésta parte de la smart city es fácil, concreta, evidente. Son respuestas tecnológicas a problemas y necesidades con los que los Ayuntamientos lidian día a día.
Pero es imperativo trabajar en otra smart mucho más difusa y que está por descubrir que podríamos llamar la Smart City de las personas. Es la que únicamente aparecerá con la implicación de los ciudadanos. Nótese que hablo de implicación y no solo de participación. Los ciudadanos deben implicarse para transformar su ciudad. ¿Cuál es el papel del Ayuntamiento en esa Smart City a construir de abajo arriba (bottom-up, en inglés)? Debe abandonar su papel de promotor para adoptar un rol de facilitador, de dinamizador, de catalizador de iniciativas promovidas por los agentes locales que las van a definir y desarrollar. Ahí es donde entra, por ejemplo una plataforma de datos abiertos -open data-. Eso y, ya queda dicho, una nueva actitud municipal que actúe como un agente local más, estimulando iniciativas ciudadanas o empresariales en beneficio de la ciudad pero renunciando al liderazgo y al protagonismo, es lo que va a desarrollar esta segunda vertiente de la Smart City cuyos efectos sí van a percibir mucho más directamente los ciudadanos.
Integrar la Smart City en la estrategia de ciudad
Los proyectos de Smart City se han tratado como proyectos aparte del resto de la ciudad creando, a menudo, departamentos smart, como si esos proyectos estuvieran desligados del funcionamiento de la ciudad. Por ello, es lógico que sólo aporten mejoras puntuales y limitadas a los ámbitos a los que se orientan: agua, alumbrado, etc. Y es lógico también que no tengan repercusión en la percepción de los ciudadanos, etc, porque se han diseñado sin tenerlos en cuenta. Si deseamos que los proyectos de Smart City aporten algo más que las mejoras obvias para las que se piensan (por ejemplo, que sean capaces de beneficiar a la economía local o que aporten una mejora en la calidad de vida de los mayores) habrá que pensarlos así desde el inicio mismo de su concepción.
La conclusión general sería que la SC no puede ser un conjunto de proyectos que se deja en manos de una parte del Ayuntamiento como si fuera un compartimento estanco sino que debe ser, a la vez, un grupo de proyectos integrados entre sí y que estén integrados y sean coherentes con la estrategia de la ciudad.
La necesidad de innovar
Otra de las realidades de la smart city es que, hasta el momento, está quedando huérfana de innovación. Es decir, no hacemos nada nuevo, nada que no estuviéramos haciendo hace muchos años. Eso sí, algunas cosas las hacemos mejor, más rápido o de forma más eficiente.
Haciendo un paralelismo con la informática, estamos en el momento del procesador de textos que nos permitió mejorar nuestros procesos de escritura, acelerarlos, archivar los textos, ahorrar borrones y ahorrar hojas de papel. Pero seguíamos escribiendo como ya lo habíamos hecho durante siglos y, no hacíamos nada nuevo. Hoy somos capaces de escribir a muchas manos el mismo documento, elaborar una wikipedia y hemos desarrollado la capacidad de expresar ideas en 140 caracteres.
Es decir, la tecnología disponible no sirve únicamente para mejorar los procesos conocidos sino que nos permite hacer muchas cosas nuevas que todavía no somos capaces de imaginar. Al proceso de encontrar esas nuevas utilidades es al que llamamos innovación. La Smart City tiene por delante un largo proceso de innovación.
La implicación de la ciudadanía. ¿Una nueva comunicación con los ciudadanos?
Todas estas ideas confluyen en la nueva relación que deben establecer las autoridades locales con los ciudadanos. Es imprescindible explorar nuevas maneras por las que los ciudadanos puedan incidir en la evolución de su ciudad. Estamos hablando, probablemente de comunicación pero de una idea de comunicación que va mucho más allá de la que hemos entendido hasta ahora.
Porque no basta con comunicar hacia los ciudadanos para informarles de lo que hace su gobierno ni basta con publicar en la web las convocatorias de concursos o los presupuestos. No basta tampoco con ofrecer los trámites online para mejorar la comodidad y rapidez de los mismos. Tampoco es suficiente con establecer esa comunicación cara a cara que hemos llamado “procesos de participación”.
Debemos avanzar más hacia un nuevo paradigma en el que el ayuntamiento es un agente más de la ciudad. El encargado, por los ciudadanos, de gestionarla directamente pero debemos imaginar nuevas formas de co-decisión y de co-gestión con los ciudadanos. Ya no podemos pensar en un esquema de Ayuntamiento frente a ciudad y ciudadanos, sino que debemos pensar en un triángulo Ciudad – Ciudadanos – Ayuntamiento en el que cada parte interactúa e influye en cada una de las otras dos. Y eso sí nos acercará mucho más a lo que será la ciudad inteligente.
Las propuestas de mejora
En definitiva, ha llegado el momento de las realidades y no es posible continuar avanzando a tientas hacia un futuro supuestamente idílico de la ciudad. En ese sentido, mi posición es que las ciudades deben actuar en tres niveles:
- Integrar la smart city en la estrategia de la ciudad.
- Modificar la organización y la gestión interna del Ayuntamiento.
- Revisar los proyectos Smart City en curso.
- … y seguir avanzando.
Integrar la smart city en la estrategia que tenga la ciudad
Ya hace tiempo que escribí que la smart city no puede ser una estrategia de ciudad. Al contrario, un paso importante a realizar es integrar la smart city a la estrategia general de la ciudad de forma que los proyectos de smart city potencien la estrategia de ciudad. Alternativamente, la estrategia de ciudad también nos orientará sobre qué proyectos smart son prioritarios al reforzar la estrategia o cuáles son secundarios o, incluso, prescindibles si no refuerzan esa estrategia.
Modificar la organización y la gestión interna del Ayuntamiento
Este punto es el fundamental. Si no hacemos que la maquinaria municipal enfoque la smart city como un elemento para potenciar la estrategia municipal y para la mejora de la calidad de vida de todos sus ciudadanos, fracasaremos. Para conseguirlo, se requiere, además de los cambios organizativos que cito a continuación, un cambio en la cultura del gobierno local en la línea del apartado 3.5. Los cambios a realizar son:
- Se requiere una organización transversal del Ayuntamiento y de los proyectos SC. Es decir, que los proyectos no sean de medio ambiente o de vía pública o de tráfico. Sino que todos y cada uno de ellos sean de la ciudad y tengan en cuenta sus distintas visiones.
- El punto anterior implica la existencia de un comité smart integrado por responsables de las distintas áreas y servicios del ayuntamiento. Pero ese comité no cumple su objetivo si no es que todos debaten y participan de la definición de cada uno de los proyectos. Solo así los proyectos pueden extender su ámbito al conjunto de los ciudadanos y de las empresas locales.
- Ese comité requiere una buena coordinación interna. Es decir, debe haber una visión global compartida por todos y se debe asegurar que la actuación municipal es coherente en cada uno de sus hechos y decisiones así como con la estrategia de la ciudad.
- Se debe avanzar en la Implicación de la ciudadanía en el diseño y gestión de su ciudad. Para ello, Open data, apps y TICs en general son herramientas esenciales.
- La comunicación debe estar integrada y acompañar al conjunto en todo momento.
Revisión de los proyectos SC en curso
Es la mejor manera de empezar a llevar a la práctica el nuevo enfoque de Smart City que vamos a darle a la ciudad.
Una vez conformado el comité smart, su primera misión debe ser la revisión individualizada de los proyectos en curso. Se trata de revisarlos, valorarlos, priorizarlos e introducir visiones transversales en cada uno de ellos. Los criterios bajo los que deberían revisarse esos proyectos son, esencialmente, dos:
- ¿Quién es el principal beneficiado del proyecto? Debemos hacer la revisión de cada proyecto de forma que los que perciban las ventajas de ese proyecto sean, en este orden:
- los ciudadanos y/o las empresas locale
- la ciudad (mejora de la cohesión social, reducción de emisiones, proyección exterior, atracción de empresas, etc.)
- Criterios técnicos y/o tecnológicos y económicos
- Que los beneficios se perciban desde el primer día. Se trata de evitar tantos proyectos que sirven para construir una hipotética ciudad futura pero que no son útiles hoy. Ya habrá quien experimente, se equivoque y encuentre la solución correcta en otros lugares. Entonces, podremos aplicarla nosotros. Solo quedarían excluidos de este criterio los proyectos de infraestructura de los que ya se conoce la utilidad inmediata: la extensión de la fibra óptica o el open data, por ejemplo.
Seguir avanzando por el nuevo camino
Como dijo el poeta, “…se hace camino al andar…” y será a medida que avancemos como descubramos nuevas posibilidades y oportunidades de mejora para nuestra ciudad y sus ciudadanos.
Agradecimientos
A Marcel Prunera, de Imacity, por su colaboración en el proyecto llevado a cabo conjuntamente para el Ayuntamiento de Viladecans (Barcelona, España) y al citado Ayuntamiento por darnos la oportunidad de indagar en los mecanismos para la generación de sinergias entre Smart City y Desarrollo Económico Local.
Nota: Este artículo fue presentado y publicado en el Libro de Comunicaciones del I Congreso Ciudades Inteligentes.