Comunicación presentada al I Congreso Ciudades Inteligentes:
Autoras
- Marta Domínguez Pérez, Profesora contratada doctora, Universidad Complutense de Madrid
- Montserrat Crespi Vallbona, Profesora asociada, Universidad de Barcelona
Resumen
Ante un mundo globalizado, la propuesta de las smart cities presenta retos urbanos interesantes para la competitividad de la ciudad. Se trata de un reclamo de promoción urbana, de imagen renovada, moderna y tecnologizada de la ciudad que atrae a turistas, empresas, nuevos pobladores, etc. Una tendencia que conlleva consecuencias sobre todo en la organización social y en los destinatarios de los beneficios que se generan. En esta comunicación se plantean estos retos sociales, presentes y futuros, que se colocan frente a las smart cities y que nos cuestionan la dirección a que apuntan desde el punto de vista de la justicia social y la sostenibilidad. En definitiva, se quiere hacer un balance social de esta nueva propuesta de ciudades como uno de los retos actuales hacia los que tienden las sociedades occidentales para poder responder a quién se dirige la ciudad, para quién se concibe ésta. Los casos de Madrid y Barcelona, como punta del iceberg de las tendencias españolas, servirán como ciudades de referencia para ilustrar la exposición.
La población utiliza sus dispositivos para hacer la ciudad conectada
Introducción
Las ciudades inteligentes se proyectan como un reclamo competitivo internacional en el ranking mundial por sus características diferenciadas (económicas, culturales, sociales, etc). Así pues, las smart cities se sitúan hoy día en el punto de mira de la industria y la administración pública dedicadas a buscar nuevos retos y proyectos para modificar, modernizar y actualizar los símbolos e imágenes asociados a la ciudad. Entre estos nuevos retos de regeneración urbana, sobresalen estos proyectos tecnológicos y sostenibles, comúnmente denominados smart cities.
Pero en las ciudades actuales, sin embargo, no todos los ciudadanos acceden de igual forma al conocimiento o al capital económico que se crea y promociona. De este modo, la ciudad se fragmenta y el derecho a la ciudad de Lefèbvre se desvanece. Y así, la distancia entre la ciudad de los urbanitas-tecnólogos y la vida de la gente «tradicional» crece. La dualización social y cultural se hace evidente. En las ciudades turísticas e inteligentes, sobre todo en sus centros históricos como emblema simbólico de promoción urbana (Domínguez & Crespi 2014 en Michelini), se excluyen del “espacio público” a algunos moradores, como los mayores, inmigrantes y desfavorecidos cultural y tecnológicamente, en pro de inversionistas, nuevos consumidores urbanos, sociedad high tech, turistas. Este artículo quiere hacer de este modo una reflexión sobre todos estos temas. Usualmente las smart cities y la literatura referida a éstas, sobre todo en el caso español, ha hecho hincapié sobre todo en las dimensiones económicas, medioambientales, tecnológicas, de este tipo de ciudades, y mucho menos en los aspectos sociales o culturales (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014). Es sobre estos últimos, sobre los que queremos centrarnos.
El proyecto. La Smart City como nueva apuesta de atractivo urbano
En un mundo globalizado, donde la homogeneización es la pauta de la cotidianeidad, aquello que pretenden las ciudades es buscar su diferenciación, su exclusividad, su marca única. Una marca que las sitúe económicamente y las haga atractivas. Y así las ciudades hoy centran su atención en el sector servicios, el conocimiento y la tecnología, donde además el turismo tiene un acentuado protagonismo como atractivo. Para ello, éstas desarrollan lo que se ha venido denominando planificación estratégica. La planificacio´n estrate´gica de las ciudades es un proceso sistema´tico, creativo y participativo, que sienta las bases de una actuacio´n integrada a largo plazo, define el modelo futuro de desarrollo, formula estrategias y cursos de accio´n para alcanzar dicho modelo, y establece un sistema continuo de toma de decisiones e involucra a los agentes locales a lo largo de todo el proceso. Pretende construir un modelo de ciudad atractivo y desarrollado que atiende a la vertiente económica, basado en la competitividad, un modelo social basado en la equidad y un modelo físico, basado en la sostenibilidad (Rohe, 2004).
Estos planteamientos fueron desarrollados desde las décadas de los ochenta y noventa en EEUU y Europa, a la par que el boom turístico y los planteamientos de regeneración urbana. Todo ello en un afán de atraer nuevas inversiones y pobladores sobre las economías urbanas decadentes en plena crisis del modelo industrial. En este escenario, los planteamientos de ciudad turística (Judd & Fanstein 1999), de smart city (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014, Rassia & Pardalos 2014), de regeneración urbana (Tallon 2013, Jones 2013, Robert & Sykes 1999, Imrie, Leeds & Raco 2008), de ciudad creativa (Florida 2009, Navarro 2013), etc. se han sucedido en la geografía mundial, sobre todo americana y europea. Éstos pretenden el paso de un orden industrial al orden postindustrial, mediante nuevos proyectos atractivos que regeneren la ciudad. Y es precisamente en este sentido donde se sitúan las smart cities como proyectos estratégicos.
Pero ¿qué se entiende por Smart City? Según algunos autores (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014), no existe una definición consensuada acerca de la smart city. Parece que se ha venido refiriendo a ciudad inteligente, ciudad del conocimiento, ciudad sostenible, etc,. como aspectos diferentes de la smart city y como sinónimos de la misma, esto es, la ciudad tecnologizada. Pero en el análisis que se realiza sobre la literatura de ésta y la ciudad digital, se concluye que las referencias a la smart city van ganando terreno a las iniciales de ciudad digital y que así los contenidos han ido cambiando, sobrepasando el uso del término de smart city al de ciudad digital sobre todo a partir de 2010. Así, a pesar de las diferencias terminológicas, en lo que sí se coincide es en los rasgos básicos en los que los autores acuerdan que debe comprender la smart city. Esto es, que se trata de un concepto mutidisciplinar que ha de abarcar dimensiones económicas, humanas, sociales y tecnológicas (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014). En este sentido, es básico el desarrollo de las facetas de movilidad, medioambiente, población y estilo de vida, gobernanza y economía (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014). Y todo ello en un marco de partenariado entre universidades, agentes públicos y privados y sobre todo con la ciudadanía. Ahora bien, lo que se quiere resaltar es que en lo que la literatura académica frente a la literatura empírica ha hecho especial énfasis es en las dimensiones sociales y culturales de dicho concepto así como en sus consecuencias, y es el posicionamiento del que se parte en esta Comunicación.
El objetivo de la smart city es así básicamente, y desde una perspectiva académica, la de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos mientras se procura también por su sostenibilidad ambiental, mediante el uso de las últimas innovaciones tecnológicas disponibles o incluso en algunos casos, sin ellas, puesto que es básicamente el triunfo del conocimiento. Su principal foco de atención es pues el ciudadano, sin menospreciar, el desarrollo del espacio urbano y la productividad del sector empresarial, y poniendo el énfasis en la tecnología o la sostenibilidad.
Durante algunas décadas, la literatura empírica ha puesto el acento en lo tecnológico principalmente, pero la literatura académica, lo ha hecho en el capital intelectual entendiendo por éste cultura, museos, estilo de vida, cines, teatros, conocimiento, y la vida cultural urbana, aspectos que remiten al mismo tiempo a los conceptos de ciudadanía, inclusión, y sostenibilidad social (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014). En definitiva, que las ciudades no son más inteligentes o más smart cities por la tecnología en sí misma que puedan tener instalada en sus territorios, sino por su capacidad para generar conocimiento que permita acciones de mejora de la experiencia del ciudadano, compatibles a su vez con las mejoras de rentabilidad y sostenibilidad necesarias para la cotidianeidad de los residentes y visitantes. Esto es por la presencia de aquellos sectores ligados al conocimiento y la creatividad, la cultura y la tecnología. Todo este manejo de las tecnologías debería tener así el objetivo de ser para un “mejor vivir” manteniendo un equilibrio con el medio ambiente y permitiendo un desarrollo sostenible, y así este es el nuevo reto de las smart cities. Un concepto ligado y cercano al de sostenibilidad urbana, en sus diferentes dimensiones.
Objetivos y metodología
De este modo, el objetivo de este artículo es el estudiar la explosión de las smart cities como nuevo icono y marca de la ciudad cool y constatar los cambios socioeconómicos que éstas generan en las construcciones urbanas actuales. Así, se quiere llamar la atención sobre las consecuencias sociales y culturales, y no tanto económicas, o medioambientales, dimensiones más analizadas por la literatura sobre la smart city, de modo que se permita construir un modelo de ciudad sostenible en todos las dimensiones señaladas por la literatura sobre sostenibilidad (economía incluyendo la tecnología, medioambiente, sociedad y cultura).
Y de acuerdo a los planteamientos de justicia social y urbana de Lefèbvre y otros autores para garantizar su ejercicio a todos sus ciudadanos. O lo que es lo mismo, reflexionar sobre el “para quién” se concibe la ciudad inteligente que se diseña lo cual es básico para el futuro sostenible del espacio urbano. Para ello se quiere poner el énfasis en la dimensión social y cultural sobre todo, que provoca la fragmentación social de la ciudad mediante la incorporación de las nuevas tecnologías o el conocimiento. Así se recurre al caso de Madrid y Barcelona, como puntas del iceberg de las tendencias registradas en las ciudades españolas. Estas dos ciudades son las dos grandes áreas metropolitanas españolas y ambas han abordado de diferente forma el fenómeno de la smart city, de manera más avanzada y explícita, Barcelona, y más rezagada, Madrid. A través del análisis de sus planes estratégicos y páginas web promocionales, podremos analizar cuáles son sus dimensiones referentes a la creación de la smart city en sus territorios para comprender cuál es el impacto interno que han experimentado en el área social y cultural en relación a la ciudadanía.
Resucitados. Las consecuencias sociales de la Smart City en los casos de Madrid y Barcelona
Si bien, solamente Barcelona ha sido considerada como smart city junto a otras ciudades como Bilbao (Dameri & Rosenthal-Sabroux 2014, Navarro 2013), lo cierto es que Madrid y Barcelona nos interesan porque son las dos ciudades más grandes en España y ambas han abordado su promoción urbana o citymarketing desde distintos ámbitos que tienen que ver con la smart city desde el punto de vista académico, esto es, como ciudad cultural y de conocimiento, como se ha señalado. Una de manera más avanzada que otra, y desde perspectivas diferentes, por lo que se hacen interesantes para el análisis como punta de iceberg de las tendencias urbanas en España.
Los planes estratégicos de Madrid y Barcelona hacen especial hincapié en sus dimensiones culturales y de conocimiento sobre todo en las últimas décadas. A pesar de que consideran sus dimensiones tecnológicas y económicas, asi como medioambientales, lo cierto es que ponen el énfasis en lo cultural y su imagen simbólica. En el caso de Madrid, el plan estratégico parte inicialmente de una consideración económica de la promoción urbana (plan estratégico PE de 2004), y posteriormente en sus versiones de 2008 y 2012 (PE 2008, PE 2012), las dimensiones culturales se hacen más presentes y Madrid es promocionado como destino cultural, gastronómico, de ocio, nocturno, como un estilo de vida, como una ciudad divertida, joven y dinámica, multicultural y abierta que ofrece innumerables recursos culturales, gastronómicos y de ocio para el disfrute del ciudadano y el visitante. El lema Madrid a way of life (2012), en inglés además, permite una promoción más allá de las fronteras nacionales al tiempo que internacionaliza la imagen de Madrid internamente modernizándola. El espacio emblemático por excelencia relacionado con esta promoción, es el centro de Madrid, donde se concentra la mayor parte del patrimonio cultural, de ocio, histórico, gastronómico, etc. Es así el centro, el espacio urbano sobre el que impacta esta imagen con mayor fuerza como se verá.
El caso de Barcelona es similar e incluso más avanzado. Barcelona se promociona como ciudad de diseño, concretamente como smart city, algo que Madrid no hace expresamente. Su imagen es diseñada en la línea de resaltar el estilo art nouveau, su gastronomía, su cultura, su modernidad, su internacionalización, su capacidad económica, su modernidad. Así pues, el primer plan turístico que desarrolla (1988-1992) tiene el claro objetivo de situar la ciudad en el escenario turístico mundial (dando a conocer todo su legado patrimonial, especialmente vinculado al Barrio Gótico y a la obra de Gaudí) y dotar la ciudad de la suficiente capacidad hotelera para alojar a los participantes y espectadores de los Juegos Olímpicos de 1992. Fue este plan el que configuró básicamente la imagen actual de Barcelona ligado a la concepción de cosmopolitismo, modernidad, diseño y tradición, estilo de vida mediterráneo, carácter abierto y acogedor de su gente. En el siguiente Plan Estratégico 2015, la ciudad evalúa el impacto del anterior plan e imagen de Barcelona y se ocupa de paliar los efectos negativos que la concentración de turistas generó a su comunidad residente, presentando el modelo turístico deseable, lo que debería ser la ciudad: como modelo equilibrado, accesible, integrado, sostenible y desconcentrado del centro. El Plan Estratégico Metropolitano «Visión 2020» tiene como objetivo prioritario convertir la capital catalana en un referente de ciudad atractiva, emprendedora e inteligente, es decir, en un escenario basado en principios de eficiencia y de mejoras económicas y en la calidad de vida, con un modelo de integración y cohesión social de calidad.
De este modo, la ciudad tecnologizada o del conocimiento, es una ciudad promocionada desde las instituciones públicas pero que conecta cultural y simbólicamente con el estilo de vida y capacidades de unos sectores sociales (gentries, sectores high tech, jovenes, clases medias, turistas, etc.) más cualificados y con amplia capacidad adquisitiva para consumir la ciudad, mientras que desplaza de facto y simbólicamente a otros (inmigrantes, mayores, niños, clases populares, etc.) con menor acceso a nuevas tecnologías, conocimiento y menor capacidad económica. Como dato cabe aportar que durante los últimos años el centro de Madrid y Barcelona donde reside gran parte de estos sectores con riesgo de exclusión se ha visto gentrificado y mejorado socialmente debido a distintas dinámicas confluyentes (Domínguez, Crespi & Vila 2015 en prensa Documentación social, Domínguez & Crespi 2014 en Michelini, Navarro C. 2013), excluyendo física y simbólicamente a éstos en favor de los “sectores smart” o sectores creativos.
Estos sectores que usan y acceden más fácilmente a las nuevas tecnologías y por tanto a esta ciudad tecnologizada son los jóvenes, las clases medias, los turistas, los gentries, etc. y mucho menos las mujeres, los mayores, los inmigrantes, las clases populares, etc. algo que sucede asi mismo en la población madrileña o barcelonesa. Según datos del observatorio de Red.es, el porcentaje de población que accede a internet es del 71,6%, sobre todo los jóvenes y de edades intermedias, más los estudiantes y ocupados, y menos las amas de casa y los pensionistas (sobre todo para tema impuestos o de salud), y más los de mayor nivel educativo y de mayor nivel adquisitivo (perfil sociodemográfico de los internautas, Red.es enero 2014). La ciudad tecnologizada y del conocimiento es accesible a unos pero excluye a otros, mediatizado por una capacidad económica, de conocimiento y capacitación. El centro histórico de las ciudades y su dinámica puede servir como avance de las tendencias que se pueden registrar en un nivel urbano más amplio.
Discusión y conclusiones. Las consecuencias sociales de las Smart Cities. ¿De qué sostenibilidad estamos hablando?
Así si bien las smart cities tienen un elevado componente de tecnología que promueve el bienestar entre algunos sectores más capacitados de la ciudad, tanto con mayor capital económico como humano, que ha sido analizado por la literatura sobre la smart city, lo que se viene a concluir es que así mismo esta ciudad tecnologizada abre una brecha entre los ciudadanos conectados o informados sobre esta ciudad y los que no lo están. Parecería que los defensores de la smart city atisban un futuro urbano sin fisuras e igualitario, sostenible, equilibrado socialmente y sin embargo lo que se quiere poner de manifiesto es el “para quién” de estas ciudades diseñadas, puesto que son los sectores más profesionalizados, con mayor capital económico y humano, aquellos más beneficiados por ello y no los sectores más debilitados de la sociedad como los mayores, los inmigrantes, los niños, las clases populares, las mujeres, etc. que ven limitada su capacidad tecnológica así como adquisitiva o de conocimiento.
En este sentido si uno de los fines de la smart city es la sostenibilidad en todos sus ámbitos, lo cierto es que la sostenibilidad social o cultural es de difícil consecución por estas razones. La ciudad como lugar de mezcla e intercambio se caracteriza por las crecientes y numerosas desigualdades sociales (Piketty 2013) las cuales abren la brecha en el acceso a las nuevas tecnologías y el conocimiento. Como sostenía Lefebvre, el derecho a la ciudad consiste, entre otros, a que la ciudad sea el espacio donde las diferencias y contradicciones se reúnan: a que ciertos grupos, clases o gentes, a que ciertas ideas, pensamientos y opiniones, no sean segregados ni apartados ni enviados a la periferias, ya no de la ciudad, sino de la vida urbana (Urzúa, 2012, p. 160). Y las smart cities no contribuyen precisamente a este derecho, excluyendo a todos aquellos que no consumen tecnología, al menos de facto y por el momento.
Referencias
- Cuesta Ávila, R., 2011, “Procesos de asimilación y resistencia “. Revista Nuevas Tendencias en Antropología, Nº 2, pp. 104-146.
Dameri, R.P. & Rosenthal-Sabroux, C., 2014, Smart City: How to Create Public and Economic Value with High Technology in Urban Space. Springer, London. - Delgado, M., 2004, “Ciutat de mentida. El turismo cultural com a estrategia de desactivació urbana” En VV.AA. Tourismes. La derrota de la dissenció. Itineraris crítics, pp. 52-66.
- Domínguez-Pérez, Marta; Crespi-Vallbona, Montserrat (2014), “Las estrategias de promoción urbana en un mundo globalizado y sus consecuencias sobre la ciudad. El caso de Madrid y Barcelona” pp. 190-211, en Michelini, J.J. (ed) (2014), Desafíos metropolitanos. Un diálogo entre Europa y América Latina. Libros de la Catarata, Madrid.
- Mitchell, W., 2007, “Ciudades inteligentes”, UOC Papers. Revista sobre la sociedad del conocimiento. Núm 5, (2-12)
Navarro, C., 2013, “Do creative cities have a dark side? Cultural scenes and socieconomic status in Barcelona and Madrid 1991-2001”, Cities, 35, 213-220 - Palou Rubio, S., 2006, “La ciudad fingida. Representaciones y memorias de la Barcelona turística”. Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 4, nº 1, pp. 13-28
- Piketty, T., 2013, El capital en el siglo XXI, Fondo De Cultura Económica, Madrid.
- Rohe, W., 2004, «Building social capital through community development» en Journal of the American Planning Asoociation, Vol. 70, Nº 2.
- Urzúa Bastida, V., 2012, “El espacio público y el derecho a excluir”. Athenea Digital (12 (1), 159-168.
Nota: Este artículo fue presentado y publicado en el Libro de Comunicaciones del I Congreso Ciudades Inteligentes.