Comunicación presentada al VI Congreso Ciudades Inteligentes
Autor
José Antonio Salaverri, CEO & Founder, Quologi
Resumen
Constantemente recibimos múltiple información sobre cómo la tecnología ayuda y ayudará aún más a mejorar la experiencia de vida de aquellos que vivimos en ciudades. Esto es magnífico, pero al hablar de smart cities como concepto es posible que estemos perdiendo de vista el hecho de que las ciudades están formadas por viviendas, oficinas y locales de todo tipo, que deben acompañar a la ciudad en esa adquisición de «inteligencia»; de lo contrario nos encontraremos viviendo en magníficas smart cities llenas de stupid spaces. Aquí, en un foro dedicado a las smart cities, debemos reivindicar la necesidad del desarrollo, implementación y publicidad acompasados de la inteligencia para las ciudades y para los espacios que las conforman; poniendo en valor que dotarlos de inteligencia proporciona enormes beneficios en aspectos tan importantes como seguridad, salud, confort, sostenibilidad y economía; haciendo que las cities efectivamente sean Smart, no por nombre, sino por su esencia.
Palabras clave
Automatización, Domótica, Inmótica, Smart Home, Smart Life, Desarrollo Sostenible
Entes vivos
Imaginemos un ser vivo…, cualquiera, es indiferente… Imaginemos que, en un momento de su vida, una parte de sus células empiezan a madurar a un ritmo distinto al de las demás, da igual si se aceleran o ralentizan.
Seguro que coincidimos en que desde un punto de vista de la naturaleza (aún no siendo biólogos) nos encontramos ante una disfunción, que muy probablemente desemboque en una patología.
Nuestras ciudades, pasadas y presentes, se asemejan a cualquier ser vivo, nacen, crecen, tienen su pulso, su ritmo, su desarrollo. Las tratamos como entes vivos, como una unidad, como algo que evoluciona hacia un futuro “smart“ en el que sus residentes tendrán una vida mucho mejor.
Ese y no otro es el fin que persigue cualquier smart city. Hacer mejor la vida de sus habitantes.
Debemos todos ser muy conscientes de ello y no dejarnos seducir por otros fines competitivos o de otra índole, que aun pudiendo resultar lícitos, nos desvíen del verdadero fin principal de todo esto: Que la gente viva mejor.
Las ciudades, como todo ser vivo, están compuestas por cientos, miles, millones de unidades mucho más pequeñas que deben alcanzar un nivel de desarrollo igual o semejante que el pretendido para el ente en su conjunto; de lo contrario, y volviendo al comportamiento de las células, tendremos consecuencias no deseadas.
Punto de partida
La situación es algo paradójica ya que el supuesto punto de partida del camino hacia las smart cities del futuro, lograr que el ritmo en la evolución e implantación tecnológica de las ciudades como conjunto y la de sus “células” (viviendas, oficinas y locales de todo tipo) sea lo más parecido y parejo posible, es al mismo tiempo una de sus metas.
Desde un punto de vista eminentemente teórico, parece que la cosa no es muy difícil, pero como casi siempre ocurre, cuando se abandona el terreno de la teoría y se aterriza en la realidad, la situación muta.
Hemos puesto la smart city de moda, las ciudades avanzan orgullosas e imparables hacia el modelo smart, y para esto, todo tipo de instituciones desde gobiernos a nivel tanto local como nacional, hasta universidades, pasando por empresas, y multitud de asociaciones se han remangado y puesto manos a la obra para financiar, ayudar a financiar y ejecutar muy diversos estudios, ensayos y proyectos que permitan a sus ciudades ser las abanderadas de lo “smart”. Se respira unidad, existen incluso proyectos de cooperación a nivel internacional.
Se fomentan espacios de colaboración y puesta en común como congresos, convenciones y certámenes de muy diversos tipos, nacionales e internacionales donde se ponen de manifiesto de manera claramente no competitiva sino colaborativa las diferentes tecnologías, protocolos y lenguajes.
Allí se muestran las virtudes de las ciudades inteligentes, y las ventajas que nos traen y traerán en el futuro, con propuestas de mejora de la calidad del aire, de servicios públicos con consumos optimizados y bajo o nulo impacto medioambiental, soluciones relativas a telecomunicaciones en espacios públicos, sistemas de gestión y control del tráfico, pasos de peatones inteligentes, alumbrado público inteligente, propuestas sostenibles en cuanto a los edificios públicos, puntos de recarga inteligentes, y en definitiva, propuestas contemplando la ciudad como una entidad viva por la que moverse, con ganas de vivirla.
En estos foros no se suele bajar a hablar de lo que ocurre en los niveles inferiores de la smart city, y debemos esforzarnos en ser capaces de al mismo tiempo que divulgamos lo que la tecnología mejora y mejorará las ciudades como conjunto, explicar y dar a conocer lo que esas mismas tecnologías ofrecen para implementar en esos espacios integradores de las ciudades en los que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo: Nuestras viviendas, oficinas y negocios.
Según el informe “Indoor Generation” (Velux, 2018) pasamos cerca del noventa por ciento de nuestro tiempo en interiores. Esto significa que salvo las escasas dos horas y media diarias que pasamos en espacios abiertos, estamos alrededor de nueve horas de media en el trabajo (oficina), unas siete durmiendo (casa), y pongamos que al menos otras tres horas en casa antes y después del trabajo, sin contar los fines de semana.
No hay duda de que donde más tiempo pasamos de nuestra vida, con mucha diferencia, es en casa y en el trabajo, lugares donde el influjo de las ventajas de la smart city si bien se dejan sentir, lo hacen de manera no tan directa.
Es por tanto, en relación con el desarrollo tecnológico sobre estos entornos donde debemos fomentar una mayor información y promover actuaciones conjuntas, tal como se está haciendo con el concepto de smart city, en lugar de centrar el debate en diferencias comerciales que lastran la credibilidad y difusión de lo “Smart”, generando además incertidumbre y desconfianza en el mercado.
Si la sociedad no es conocedora del enorme trabajo e investigación, desarrollo y capacidad, que ya a día de hoy y desde hace años, existe para dotar de inteligencia a los espacios en los que más tiempo se pasa, y que estas tecnologías proporcionan enormes beneficios para el individuo y su relación con el entorno en ámbitos tan importantes como seguridad, salud, confort, eficiencia, sostenibilidad y economía; simplemente no lo demandará, y por el funcionamiento natural de oferta y demanda, sin demanda no habrá oferta.
Esto provocará que promotores, arquitectos, ingenieros, interioristas y constructores solo implementen este tipo de soluciones cuando les venga impuesto por las diferentes normativas.
Evidentemente las consecuencias económicas para el sector de la automatización, léase domótica, inmótica o smart building en general, serán pésimas; pero eso es solo una pequeña parte del problema. En mi opinión, el mayor problema vendrá dado porque el crecimiento en inteligencia de la ciudad como entidad “smart city” irá más rápido que el de sus componentes y eso, como ya hemos visto, provocará disfunciones e ineficiencia en las ciudades, impidiendo que efectivamente se conviertan en smart, pese a que así se las quiera denominar.
El camino
Afortunadamente estamos a tiempo de reaccionar. Ese camino viene marcado por la información abierta y amplia, tal como se hace en el entorno de las smart cities, y por qué no, en los mismos foros, dando acogida e integrándose en los mismos como elementos complementarios pero imprescindibles a las tecnologías de la automatización de viviendas, oficinas, negocios, y edificios en general.
De este modo la tecnología se conocerá y se reclamará por los usuarios al ser conocedores de las importantes ventajas en tan importantes ámbitos de manera directa y tangible.
No se trata de vender, se trata de informar.
Objetivo final
Empecé la ponencia imaginando y me gustaría terminar del mismo modo, pero en esta ocasión una smart city de dentro de unos años, pocos, en la que sus viviendas, oficinas y negocios cuentan con sistemas de inteligencia equiparables a los de la ciudad y conectados con ella.
Imaginemos a Ana y Luis, padres de una niña. Un día de enero por la mañana, al salir de casa para llevar a su hija al trabajo e ir luego a la oficina, la vivienda detecta que no hay nadie en el interior, y por la hora del día, y el día de la semana que se trata, y sabiendo que no es festivo, activa el modo “en el trabajo”. Este modo establece la temperatura de climatización de la vivienda en modo de mantenimiento, ahorrando energía, además de activar los sensores de presencia y armar las alarmas de intrusión, entre otros.
Ya son las 7 de la tarde y la casa ha activado el modo confort para tener la temperatura adecuada a la hora de llegada de la familia. Ana recibe en su teléfono un pop up remitido por su casa diciéndole que se ha detectado una intrusión por rotura de una de las ventanas de la vivienda, Ana llama a la policía inmediatamente y le dicen que ya tienen constancia de los hechos y que ya hay patrullas en su casa.
El sistema de la casa al mismo tiempo que enviaba el pop-up a Ana, conectó con emergencias dando la alerta, enviando su posición y fotografías captadas por las cámaras infrarrojas interiores y exteriores de la vivienda.
El sistema de emergencias de la ciudad simultáneamente ha cotejado la ubicación de la vivienda y enviado patrullas desde la comisaría más cercana. Los sistemas de control y regulación del tráfico de la ciudad habilitan y regulan el tráfico de la ruta más rápida para los vehículos patrulla de tal modo que se presentan en el domicilio a los pocos minutos, donde los mismos sistemas habían incrementado los niveles de intensidad de la iluminación pública a fin de facilitar la labor de la policía, quienes detienen a los intrusos.
¿Ciencia ficción?, todos los que estamos aquí sabemos que solo es ciencia… y tecnología.
Esta es una de las infinitas posibilidades que se nos pueden ocurrir contando con sistemas integrados y al mismo nivel de desarrollo, pero… ¿hubiera sido todo igual si la vivienda no hubiese contado con sus sistemas inteligentes?
Tenemos la oportunidad y debemos aprovecharla si queremos que realmente el concepto de smart city esté lleno de contenido.