Comunicación presentada al VI Congreso Ciudades Inteligentes
Autor
- José Antonio Gallardo Cubero, Abogado, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España
Resumen
El presente trabajo aborda, sin duda, un espacio nunca antes tratado en los abundantes estudios existentes sobre las Ciudades Inteligentes. En efecto, a pesar de los numerosos y variados estudios que se han llevado a cabo sobre las Smart Cities, desde múltiples disciplinas y desde muy diferentes ópticas y ángulos, lo cierto es que nunca antes el asunto había sido objeto de valoración, comentario y análisis desde el ámbito de la Economía Circular y su proyección sobre el marco de las relaciones laborales y los denominados Green Jobs (empleos verdes). Las Smart Cities deben contribuir, sin duda alguna, al fomento e impulso de la industria y al desarrollo socioeconómico, convirtiéndose en verdaderos motores del cambio hacia la denominada Economía Circular. Las Ciudades Inteligentes, por un lado, han de garantizar la sostenibilidad de nuestra economía, la utilización más eficiente de los recursos y la generación de menos residuos y/o agentes contaminantes (incluyendo los gases de tipo invernadero), y por otro, han de contribuir a la creación de empleos verdes, decentes y de calidad, en un proceso de transición justa. En la presente disertación se identifican y proponen -de manera pragmática- medidas (en el marco del diálogo social y la negociación colectiva) que pueden contribuir, no sólo a la consecución de los objetivos marcados por la Unión Europea, sino también por los organismos internacionales y la Agenda 2030 de Naciones Unidas (ODS). Indudablemente sin el trabajo de las personas y sin el desarrollo del empleo sostenible, decente, inclusivo y de calidad, ni la consecución de tales objetivos será posible, ni tampoco, por razones obvias, la implantación de un modelo exitoso de economía circular.
Palabras clave
Economía Circular, Ciudades Inteligentes, Smart Cities, Green Jobs, Empleos Verdes, Relaciones Laborales, Diálogo Social, Negociación Colectiva, Transición Justa, Gobernanza Green
Economía circular, desarrollo sostenible y smart cities
Que el mundo del Siglo XXI es cambiante y globalizado es una afirmación que ya nadie puede discutir -ni siquiera los más escépticos- tras la pandemia del COVID-19 (SARS-CoV-2; coronavirus). Por ello mismo, todos los grandes retos desafíos y problemas, de nuestra sociedad actual, sin duda alguna, alcanzan ineludiblemente dimensiones de carácter internacional. Y ello, nos obliga -inexcusablemente- a repensar o reformular los clásicos modelos de gobernanza, tanto empresarial, como de los poderes públicos.
Indudablemente, el actual sistema de producción y consumo está dando lugar, como es sabido, a devastadores problemas en el cambio climático del planeta y en la sobreexplotación (y consiguiente, agotamiento) de los recursos naturales (materias primas, el agua, la energía, la biodiversidad, etc.). Resulta más que evidente que el tradicional y viejo modelo lineal de producción y consumo (basado en el esquema: extraer, fabricar, usar y desechar) está acabando, por un lado, con los recursos naturales, y por otro, perjudicando y destruyendo progresivamente al medio ambiente con los residuos, desperdicios y sustancias tóxicas, nocivas y peligrosas que todo ello genera (economía lineal). De tal situación se derivan importantes problemas no sólo en el bienestar y la salud de las personas, sino también en la economía y el empleo.
Pues bien, gracias al concepto de la Economía Circular (Circular Economy) basada en producir, reducir, reutilizar, recuperar, reparar y reciclar en un círculo continuo podemos contribuir a dar solución a los problemas antes referidos, creando un planeta más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
La Unión Europea ha mandatado a los Estados miembros, a través de su marco normativo, para que actúen de manera sostenible, reduciendo el consumo y los residuos, así como los agentes contaminantes que están gravemente perjudicando al cambio climático. Además de ello, España, junto a otros 192 países suscribió la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ONU), que es un acuerdo internacional, multilateral, de carácter global cuya finalidad principal es “transformar nuestro mundo” en aras a “avanzar hacia un desarrollo sostenible e inclusivo”. La Agenda 2030 se constituye, como es sabido, en un importante “Plan de Acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad” que se instrumenta a través de 17 objetivos (conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS) y 169 metas, que deberán implementarse mediante una alianza de colaboración. Posteriormente, tanto en la Cumbre del Clima de septiembre de 2019 de Nueva York, como en la Conferencia celebrada en Madrid sobre el cambio climático en diciembre de 2019 (COP 25) se ha resaltado -por la ONU- la importancia de suscribir un pacto a nivel mundial vinculante contra el cambio climático, siguiendo el calendario marcado por el Acuerdo de París.
Sin duda alguna, las políticas de desarrollo de la Economía Circular y las políticas de cambio climático no sólo son compatibles, sino que las mismas deben resultar complementarias y necesarias entre sí. En efecto, la reducción de la emisión de los gases de tipo invernadero (GEI), del reciclaje, el tratamiento, gestión y reciclaje de los residuos, las políticas de eficiencia energética y la implantación de energías renovables son elementos que resultan y han de resultar cruciales en el desarrollo e implementación de los modelos de negocio empresariales de carácter circular. Pero en tal proceso transformador resulta, sin duda, transcendental la implicación e involucración, a todos los niveles, de la Administración Pública, los Agentes Sociales (Patronal y Sindical), empresas, los centros de conocimiento (Universidades, Escuelas de Negocio, Centros de Investigación, etc.), ciudadanos, trabajadores, etc., en el impulso, el desarrollo, la definición, conceptuación e implementación de la Economía Circular.
Ahora bien, resulta obvio señalar que las ciudades, al concentrar a altos niveles de población en zonas o escenarios geográficos reducidos (ocupan el 3% del territorio, pero, sin embargo, generan el 80% de las emisiones globales de CO2 y llegan a consumir el 75% de la energía que se produce), constituyen un espacio perfecto para liderar y convertirse en actores principales en la implantación de la Economía Circular. No en vano, las Ciudades siempre han resultado transcendentales en el desarrollo de la humanidad.
En consecuencia, las ciudades inteligentes (caracterizadas por el elemento de la innovación continua y constante, el desarrollo tecnológico y las formas de gestión avanzadas) no deben ser ajenas a desarrollar modelos de Economía Circular, que, por un lado, garanticen la sostenibilidad de nuestra economía, la utilización más eficiente de los recursos y la generación de menos residuos y agentes contaminantes (incluyendo los gases de tipo invernadero) y por otro, que contribuyan a la creación de empleos verdes (Green Jobs) y decentes. Las ventajas y beneficios de todo ello resultan incuestionables. Las Ciudades inteligentes del futuro, por tanto, deben ser líderes y motores del cambio. Asumiendo un rol catalizador activo en la transición y fomentando en el tejido productivo empresarial (a través de la contratación y licitación pública incluyendo cláusulas verdes en los contratos municipales, la colaboración público-privada, la inversión pública inteligente posibilitando economías de escala y sinergias, etc.) el desarrollo e implantación de planes de economía circular, diseñando e integrando políticas medioambientales en las estrategias y planes de acción y presupuestos municipales (fomentando lo que el autor que suscribe ha venido denominando, una auténtica Green Industrial Revolution).
En dichas políticas y planes de actuación de las Ciudades, podemos encontrar algunos ejes o aspectos de carácter fundamental, ya adoptados en algunos casos por ciudades como Nueva York, Austin, Londres, París, Ámsterdam, Estocolmo, Sídney, Madrid, Barcelona, etc., como son:
- EN EL ÁMBITO DEL USO DE LOS MATERIALES Y DEL EQUIPAMIENTO URBANO: La reducción de la cantidad de materiales necesarios para prestar los servicios municipales; la regulación del aire, el agua y el suelo, que tanto impacto tienen en las actividades urbanas; el aumento de la vida útil de los elementos, productos y servicios municipales (vida útil vs. obsolescencia programada); la optimización de la vía pública (avanzando en el desarrollo de pavimentos de larga duración, a través de la mejora de betunes y ligantes asfálticos, etc.) y desarrollo (ampliación) de carriles-bici; el diseño y producción del equipamiento y mobiliario urbano respetuoso con los axiomas o principios de la economía circular (ecodiseño, reciclaje, reutilización, etc.); y el desarrollo de los servicios necesarios de mantenimiento/reparación/reciclaje en las instalaciones municipales.
- EN EL ÁMBITO ENERGÉTICO: El uso de energía de fuentes renovables y desarrollo/potenciación de la eficiencia energética; y la reducción del uso de energía.
- EN EL ÁMBITO DE LA GESTIÓN DE RESIDUOS: La reducción del uso de materiales peligrosos, tóxicos o difíciles de reciclar; el fomento y desarrollo de la utilización de puntos limpios municipales (ciudadanía, empresas, etc.); incentivando la reducción y valorización de residuos y la separación de los mismos (en las instalaciones empresariales, y entre los consumidores, usuarios y clientes); reduciendo la eliminación en vertedero de todos los residuos; el fomento del reciclado de residuos procedentes de la construcción y la demolición (fibras recicladas, etc.); incentivando los sistemas de recogida selectiva (cartón, papel, vidrio, envases, pilas, baterías, etc.); fomentando la transformación del biogás que se genera en el tratamiento de residuos (incluyendo los vertidos de aguas residuales en las plantas depuradoras) en biometano, el componente principal del gas natural que se utiliza para generar energía eléctrica y calor.
- EN EL ÁMBITO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y EL ECODISEÑO: Fomentando la elección de tecnología más amplia y eficiente; impulsando el uso de las nuevas tecnologías y la digitalización (en el contexto de la Industria 4.0) para el análisis de datos (Big Data, Internet de la Cosas, Inteligencia Artificial, etc.) con el objeto de obtener una mayor eficiencia y optimización en la gestión de los recursos municipales (necesidades de los usuarios, plataformas de call center, contenedores de residuos y vehículos recolectores con sensores de toma y captura de datos, etc.); fomentando el Ecodiseño (Ecodesign) de productos, pero también del Ecodiseño de nuevos modelos de Servicios Municipales.
- EN EL ÁMBITO DE LA MOVILIDAD: Fomentando la movilidad urbana a través de plataformas digitales de alquiler y uso compartido de vehículos como coches eléctricos (car-sharing), motos, bicicletas, patinetes, etc.; fomentando la utilización en los vehículos municipales Zero-Emission (industriales o no) de energía eléctrica (tanto en servicios de transporte urbano, como en los contratos y concesiones municipales); y en la construcción de aparcamientos inteligentes.
- EN EL ÁMBITO DE LAS INFRAESTRUCTURAS VERDES: Apostando claramente por el desarrollo de las infraestructuras verdes municipales, así como la puesta en marcha de áreas, pulmones y anillos forestales metropolitanos.
Como se puede apreciar el potencial de las acciones del que disponen los núcleos urbanos no tiene parangón en comparación con el resto de los ámbitos. Por ello, el papel de las Ciudades Inteligentes -más que ningún otro- resulta crucial -como decimos- en el proceso transformador desde un modelo de economía (lineal) a otro (circular). Es más, tal cambio, a buen seguro (me atrevo a señalar) no vendrá de la mano de los Gobiernos Estatales, sino de las Ciudades, cuya agilidad en la toma de decisiones y en la ejecución de las mismas es notablemente superior.
Por otro lado, la actuación de las Ciudades resulta fundamental a la hora de fomentar y difundir, a su vez, el mensaje de que la transición hacia una Economía Circular supone una gran oportunidad para alcanzar un sistema más sostenible, que proteja al planeta y sus recursos naturales; contribuyendo no sólo al bienestar de la sociedad, sino también situándose, como hemos expuesto anteriormente, en el puesto de mando (Gobernanza Green) para impulsar nuevas políticas de empleo de calidad. Pues indudablemente, dicho nuevo modelo requerirá la creación de una gran cantidad de puestos de trabajo que puedan/deban desarrollar el mismo.
La presente comunicación, por consiguiente, ha de considerarse como una acción de carácter académico-divulgativa dentro del VI CONGRESO DE CIUDADES INTELIGENTES cuyo propósito principal es promover los factores clave de la Economía Circular, desde el punto de vista del mercado de trabajo y las relaciones laborales; identificando y proponiendo -desde un punto de vista pragmático- medidas (en el ámbito del Diálogo Social y la negociación colectiva) que se puedan desarrollar en el ámbito de las Smart Cities, contribuyendo, no sólo, a la consecución de los objetivos marcados por la Unión Europea, sino también, por los organismos internacionales y por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas (ODS). Indudablemente, como a nadie se le oculta, sin el trabajo de las personas y sin el desarrollo del empleo sostenible, inclusivo, decente y de calidad, ni la consecución de tales objetivos será posible, ni tampoco lo será la implantación de un modelo exitoso de economía circular. Por ello mismo, el factor trabajo siempre se ha de situar en el epicentro de todas las acciones y estrategias que se emprendan o puedan emprenderse (Gobernanza Green) en el marco de la Economía Circular.
La economía circular como fuente de empleo de calidad (Green Jobs) para el progreso, consolidación y desarrollo sostenible de las ciudades inteligentes del futuro
La Economía Circular es un modelo económico de producción y consumo que se caracteriza, fundamentalmente, por el aprovechamiento resiliente, eficaz, óptimo y eficiente de los recursos disponibles, tanto materiales como energéticos, a fin de que estos puedan permanecer el mayor tiempo posible en el ciclo productivo, maximizando la utilización de los mismos y generando valor gracias a ciclos continuos y regenerativos (a través de las diferentes vías: reutilización, reciclaje, recuperación, reparación, etc). Tal modelo propone, a su vez, impulsar, fortalecer y consolidar el bienestar, la prosperidad y el progreso de la sociedad, dando valor y generando nuevos puestos de trabajo, estables, inclusivos y de calidad, respetuosos con la biodiversidad y los ecosistemas naturales (empleo verde).
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en las estimaciones que ha realizado considera que hasta 2030 la economía verde (Green Economy) creará más de 24 millones de empleos en el mundo. Los denominados “Green Jobs”.
Los Green Jobs o Green Collar Jobs se pueden definir como el desarrollo de cualquier actividad laboral/profesional que ayude a proteger el medio ambiente y a combatir el cambio climático, ahorrando energía y materias primas salvaguardando los recursos naturales, fomentando las energías renovables, reduciendo los residuos, desechos y los agentes contaminantes de cualquier naturaleza, tipo o clase y protegiendo la biodiversidad y los ecosistemas naturales.
Los empleos verdes, desde luego, son ya una realidad. En la Unión Europea se está avanzando hacia una mayor sostenibilidad con la creación de nuevos trabajos, más estables, de más calidad, inclusivos y que garantizan los derechos de las personas trabajadoras.
En general, el impulso, desarrollo e implementación de modelos de consumo y de producción sostenibles debe traer consigo y generar un gran potencial, como hemos señalado anteriormente, en la transformación y dinamización del mercando laboral actual, no sólo en los sectores o ámbitos de negocio de creación más reciente (tecnología, startup, energías renovables, aeronáutica, etc.), sino también en los considerados más tradicionales, como la construcción, las infraestructuras, el transporte, la agricultura, la fabricación, la distribución, los servicios, el turismo, etc. Ahora bien, hay determinados sectores y actividades que han ser considerados como punta de lanza en la transición y cambio hacia los nuevos modelos de economía circular. Sin su involucración, transformación y desarrollo los modelos de economía circular no resultan posibles. Nos estamos refiriendo, obviamente, a los sectores y actividades de transporte, gestión y tratamiento de residuos, reparación, reciclado, limpieza pública viaria, gestión energética, alquiler, car sharing, etc. Muchas de estas actividades requieren de mano de obra intensiva (tanto en los puestos de trabajo ya existentes como en los emergentes que puedan surgir) y por ello, el empleo verde en tales actividades adquiere una importancia indudable.
Pero para garantizar, de manera exitosa, el cambio de modelo a través de un proceso de transición justa resulta no ya importante, sino absolutamente necesario tener en consideración a los trabajadores que han de llevar a cabo tal cambio, fomentando de manera ordenada y planificada su involucración y participación en todo el proceso. Y en dicho propósito, como veremos en el apartado siguiente, el diálogo social -a todos los niveles- se constituye en el vehículo más idóneo existente para equilibrar de manera justa e idónea los diferentes intereses en juego (que en algunos aspectos resultan contrapuestos) de todas las partes implicadas. La concertación a través del diálogo social buscando soluciones por vía del acuerdo (y no como fruto de la imposición unilateral de algunas de las partes implicadas) resulta imprescindible para asegurar y fortalecer con pasos decididos y firmes cada fase de dicha transición justa.
La negociación colectiva y el diálogo social como instrumentos clave en la implantación y desarrollo de la economía circular
El diálogo social, indudablemente, resulta absolutamente necesario para la implementación en Europa de aspectos clave de la Agenda 2030 de Naciones Unidas (y más concretamente de los siguientes ODS: (i) Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos; (ii) Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles; y (iii) Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos). En efecto, la negociación colectiva adquiere un papel protagonista, no sólo en los acuerdos de empresas transnacionales, sino también de ámbito local/nacional. Mediante la negociación colectiva, como es sabido, se regulan las condiciones de trabajo en las empresas, a través de convenios colectivos estatutarios o extraestatutarios, acuerdos colectivos empresariales o supraempresariales, acuerdos colectivos interprofesionales, etc. El Derecho a la negociación colectiva viene reconocido en el Art. 37.1 de la Constitución Española, donde se establece que “la ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios colectivos”. Desde luego, el fenómeno de la economía circular plantea nuevos y apasionantes retos a las empresas en el ámbito de la negociación colectiva.
La negociación colectiva permite implementar las previsiones y objetivos propios y particulares sobre sostenibilidad y protección del medio ambiente respecto a las necesidades específicas de cada sector, subsector o rama de actividad. Lo que la hace ser un instrumento o herramienta poderosa en la incorporación del modelo de economía circular. Sin embargo, llama bastante la atención que en la actualidad las previsiones o referencias de carácter o contenido medioambiental en nuestros diferentes niveles de negociación colectiva son muy escasas y casi inexistentes o anecdóticas. Y las que existen son, la mayor parte de ellas, muy genéricas o abstractas, y por ello, carentes de efectos directos e inmediatos. Ahora bien, la contribución o aportaciones que los convenios colectivos green friendly, pueden hacer para fomentar, impulsar y desarrollar el modelo de economía circular, son múltiples, variadas e importantes.
A continuación, se indican diversas materias y tipos de cláusulas convencionales que se pueden establecer e incluir en los denominados Green Collective Bargaining (Convenios Colectivos Verdes):
- EN RELACIÓN A LA IMPLANTACIÓN Y DIFUSIÓN DE LOS PRINCIPIOS INSPIRADORES DE UN MODELO EMPRESARIAL SOSTENIBLE : Cláusulas de concienciación, compromiso y sensibilización en la plantilla en ámbitos como el reciclaje, la movilidad sostenible, el uso energético y del agua y el tratamiento de los residuos en la empresa; Cláusulas relativas a la articulación de mecanismos de participación de los trabajadores y creación de observatorios sectoriales/empresariales; Cláusulas relativas a la Responsabilidad Social Corporativa en materia medioambiental.
- EN RELACIÓN A LA REGULACIÓN DE ACCIONES Y OBLIGACIONES ESPECÍFICAS DEL PUESTO DE TRABAJO. Cláusulas de contenido obligacional en las que se establezcan en los diferentes puestos de trabajo sistemas para la reducción del consumo energético, de agua, de papel, combustibles, uniformidad u otros bienes consumibles, así como la sustitución de aquellos materiales y productos que en su producción y utilización provocan un menoscabo o perjuicio medioambiental; el transporte sostenible en la empresa y el desarrollo de conducción eficiente con los vehículos de trabajo.
- EN RELACIÓN A LAS CONDICIONES LABORALES: Cláusulas en materia de clasificación profesional en las que se incorpore la adaptación de los sistemas a las nuevas competencias y funciones profesionales; Cláusulas referentes al factor temporal contractual, estableciendo horarios razonables saludables y sostenibles que permitan una mejor corresponsabilidad de la vida laboral y familiar; Cláusulas que faciliten la inclusión de las personas discapacitadas, así como la promoción e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en condiciones de libertad y seguridad; el desarrollo de fórmulas Smart Work (teleworking, working from home, trabajo en remoto, etc.); Cláusulas relativas a la salud laboral y prevención de riesgos laborales; Cláusulas atinentes a la formación de las personas trabajadoras, con el objeto de potenciar nuevas habilidades y capacitaciones profesionales; Cláusulas que contengan una redefinición de los sistemas retributivos, creando complementos salariales vinculados al compromiso medioambiental que sustituyan a otros arcaicos (por ejemplo, un plus medioambiental por el plus penosidad); Cláusulas que contengan planes de movilidad sostenible en los centros de trabajo.
La negociación colectiva es un instrumento idóneo, por tanto, no sólo para implantar los nuevos modelos de economía circular, sino también, para preservar dicha transición justa, en orden al establecimiento de condiciones laborales y sociales que impidan la precariedad en el empleo y por ello, la proliferación de contratos irregulares y de falsos autónomos, o en definitiva, el desarrollo en realidad de una “falsa economía sostenible y colaborativa”.
Respecto al sector de las administraciones públicas existen cada vez un mayor número de empleadores públicos que han suscrito previsiones de gobernanza medioambiental. Por su parte, el Art. 35 de la Ley 2/2011, de 4 de marzo de Economía Sostenible, establece la obligación, respecto a la gestión de las empresas públicas y las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social, de adaptar sus planes estratégicos para: “g) Proponer y, en su caso, establecer, en el marco de la negociación colectiva, mecanismos que faciliten la movilidad de los trabajadores en el ámbito del sector público empresarial del Estado, así como establecer un sistema de formación orientado a la cualificación y adaptación de los trabajadores a las nuevas tecnologías y a la cultura de la sostenibilidad”.
Por otro, resulta fundamental el impulso e implicación de la Administración en el establecimiento normativo de mecanismos que faciliten el dialogo social, a través de la negociación colectiva, que permitan favorecer la adaptación a los nuevos modelos de economía circular y la protección del medioambiente. En este panorama, consideramos importante que desde Administraciones Públicas y en concreto, desde los Gobiernos municipales se potencie o refuerce el papel de la negociación colectiva en tales ámbitos, incluyendo en sus concursos y licitaciones públicas condiciones de contratación que favorezcan en los criterios de adjudicación a las empresas contratistas cuyos convenios y/o acuerdos colectivos incluyan e incorporen cláusulas y condiciones de trabajo (cláusulas sociales de carácter medioambiental) dirigidas a coadyuvar, implantar y favorecer la economía circular y la lucha contra el cambio climático.
Verdaderamente, en este momento, las cláusulas medioambientales no ocupan mucho espacio en la negociación colectiva en España. Se trata de un camino, poco o nada transitado. Ahora bien, consideramos que la negociación colectiva y el diálogo social deben ser piezas fundamentales en el reto de la transformación hacia el nuevo modelo de economía circular, en la senda iniciada en países que se encuentran en fases más avanzadas en el proceso del cambio.
Conclusiones
Como hemos analizado a lo largo de la presente disertación, la sociedad está obligada a cambiar desde el modelo económico actual lineal a uno circular que garantice el desarrollo económico, la cohesión social y la protección del Medio Ambiente mediante un proceso basado en la transición justa que ha de contar con la participación e implicación de la Administración, la sociedad y los sectores económicos y sociales. Y en todo ello, las Ciudades inteligentes deben ser líderes y motores del cambio, fomentando en el tejido productivo empresarial (a través de la contratación pública, la colaboración público-privada, inversiones, etc.) el desarrollo e implantación de planes de economía circular e integrando políticas medioambientales en las estrategias y planes de acción municipales. El papel de las Ciudades Inteligentes -más que ningún otro- resulta crucial en el proceso transformador desde un modelo de economía (lineal) a otro (circular). El nuevo modelo de economía circular no sólo ha de responder a los desafíos globales como el cambio climático, la sostenibilidad y la preservación de la biodiversidad y de los diferentes ecosistemas, sino que debe conllevar una oportunidad para fortalecer el bienestar, la calidad de vida y la prosperidad, proporcionando, por un lado, la creación de valor en el sistema de producción y por otro, de puestos de trabajo y empleo decente y de calidad.
Los trabajadores y las empresas, por tanto, juegan un papel fundamental en la transición ecológica y el desarrollo de la economía circular. Por ello, el Diálogo Social en general y la Negociación Colectiva en particular resultan imprescindibles para asegurar el desarrollo de la Economía Circular en una transición justa; contribuyendo, no sólo, a la consecución de los objetivos marcados por la Unión Europea, sino también, por los organismos internacionales y la Agenda 2030 de Naciones Unidas (ODS). Indudablemente sin el trabajo de las personas y sin el desarrollo del empleo sostenible, decente, inclusivo y de calidad (Green Jobs), ni la consecución de tales objetivos será posible, ni tampoco, por razones obvias, la implantación de un modelo exitoso de economía circular.
Referencias
- Gallardo Cubero, José Antonio. 2017. “El diálogo social en la era digital e Industria 4.0”. Cursos de Verano de El Escorial (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID).
- Gallardo Cubero, José Antonio. 2019. Comunicación “Derecho del trabajo y negociación colectiva en los modelos empresariales de la industria 4.0. y la nueva era tecnológica”. X CONGRESO DE LAS ACADEMIAS JURÍDICAS DE IBEROAMÉRICA. Editorial BOE.
- Gallardo Cubero, José Antonio. 2019. “Negociación Colectiva para la igualdad: buenas prácticas”. Cursos de Verano de El Escorial (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID).