Comunicación presentada al III Congreso Ciudades Inteligentes:
Autores
- Nuria Conforto Alberti, Consultora, Metapolis
- Fabien Cauchi, Fundador y CEO, Metapolis
Resumen
España y Francia son dos países pioneros en materia de ciudades inteligentes y datos abiertos. Les proponemos una mirada sobre las principales acciones que se están desarrollando en Francia en la materia, desde un punto de vista gubernamental pero también haciendo especial énfasis en las iniciativas abiertas llevadas a cabo por los emprendedores y la ciudadanía. Además de ser inteligente, la ciudad debe ser abierta, colaborativa, cocreada por sus ciudadanos. Inspirémonos de los modelos de las ciudades abiertas que permiten una democratización de las ciudades para realizar un enriquecedor intercambio de experiencias transfronterizo sobre ciudades inteligentes.
Palabras clave
Gobierno, Ciudades Inteligentes, Datos Urbanos, Datos Abiertos, Participación Ciudadana, Intercambio, Cooperación
Introducción
La ciudad inteligente, la ville intelligente en el país galo, aparece hoy como una promesa según la cual las nuevas tecnologías de la información y comunicación pueden permitir una mejora del funcionamiento de los servicios urbanos. Sin embargo, además de ser inteligente, la ciudad debe ser abierta, colaborativa, co-creada por sus ciudadanos.
España y Francia son dos países pioneros en materia de Smart Cities y datos abiertos. En ambos países, diferentes ciudades han desplegado estrategias territoriales que buscan a través de la recolecta, el análisis, y el cruce de datos producir una ciudad más eficiente, más sostenible y al servicio de los ciudadanos. Numerosos actores se posicionan en este “nuevo mercado” de la Smart City, es el caso por ejemplo de compañías como IBM o Microsoft que venden a numerosos alcaldes del mundo sus soluciones “para todo” conllevando verdaderos dilemas sobre el gobierno de nuestras ciudades. ¿Quién debe gestionar la ciudad inteligente de mañana: las empresas tecnológicas, los ayuntamientos, el ciudadano/usuario?
Como es lógico no existe una respuesta única a esta pregunta. Todos estos actores deben tener un papel activo en la creación de las Smart Cities y su posicionamiento varía en función de las ciudades a las que hagamos referencia. En Francia y en España aparecen problemáticas similares en relación con los nuevos modelos de gestión de las urbes, marcadas por el BigData.
La cuestión del gobierno de los datos es, en Francia, un ámbito especialmente abierto a debate. Las administraciones locales francesas llevan a cabo una amplia reflexión sobre el rol que deben adoptar en todo este proceso, así como buscan definir nuevas interacciones con sus ciudadanos. Ambos países experimentan dudas similares, y soluciones innovadoras surgen de un lado y de otro de la frontera. A veces incluso, tal y como veremos posteriormente, soluciones que se desarrollan en una ciudad influencian enormemente sobre las decisiones que se toman en otras.
Las administraciones francesas se adaptan progresivamente a este nuevo paradigma y los ayuntamientos tratan, impulsados por algunos organismos como OpenData France, la FNCCR o el propio Estado de poner en común (mutualizar) conocimientos, competencias y experiencias con el objetivo de proponer nuevos y mejores servicios a los ciudadanos. Todo esto abre nuevas perspectivas a ciudadanos, emprendedores y administraciones públicas llamados a crear conjuntamente una ciudad más abierta e inteligente.
Pese a éstos notables avances en estos países, que hoy figuran como líderes en materia de open data (European Data Portal, 2016), hay que ser conscientes que este proceso de apertura y de gestión de datos se encuentra en sus inicios. Queda mucho camino por correr y hoy aparece más necesario que nunca favorecer un intercambio de experiencias transfronterizo.
Francia desarrolla una política activa de apertura de datos
Las ciudades inteligentes y las ciudades abiertas tienen en común el rol central de los datos en el funcionamiento de la ciudad. La apertura de datos es un proceso fundamental en la creación de una ciudad abierta e inteligente. En el último estudio de Capgemini (European Data Portal 2016) que analiza la madurez de los países europeos en materia de Open Data, España aparece claramente como un país líder en la materia.
Durante los últimos años Francia, inspirándose en el modelo español, ha llevado a cabo una política activa de apertura de datos en su territorio. En este proceso el Estado ha jugado un papel motor a través de la misión de Etalab, creada en 2011 y dependiente del Primer Ministro, cuyo objetivo es la modernización de la acción pública a través la publicación de las informaciones, en un mismo portal (www.data.gouv.fr), de carácter público en posesión del Estado, de los ayuntamientos o de instituciones públicas De esta manera, en enero de este año 2017 se abrieron bases de datos esenciales como por ejemplo el BAN (Base adresse nationale) o el SIRENE, base de datos relativa a las empresas francesas. La aprobación de la ley para una República Digital (Loi pour une République Numérique) liderada por Axelle Lemaire también abre una nueva etapa en este proceso de apertura de datos, caracterizado por una voluntad política fuerte.
La política de apertura de datos llevada a cabo por el gobierno y los poderes públicos regionales empieza a dar sus frutos con la creación de alrededor 50 portales open data de administraciones locales y la publicación de más de 10.000 conjuntos de datos (OpenData France, 2016). Gracias a las políticas de open data, los poderes públicos se han concienciado progresivamente del valor de sus datos. No obstante, numerosos territorios (especialmente los territorios rurales) se han quedado al margen de este proceso y los índices de reutilización de los datos abiertos siguen siendo bajos. Una de las principales razones es la propia falta de normalización de los datos que impide la creación de aplicaciones que puedan abarcar diferentes territorios.
Francia se encuentra a la espera de los futuros decretos de la Ley por una República Digital. Estos decretos deberían precisar el rol de los poderes públicos en el proceso de apertura de datos determinando el alcance real de dicha ley. Lo que está claro es que la temporalidad de los decretos estará marcada por los tempos de la campaña electoral, ya que Francia afronta nuevas elecciones presidenciales a finales de abril de 2017.
El desarrollo progresivo de una gestión inteligente de la ciudad basada en los datos
En ambos países, diferentes ciudades han desplegado estrategias territoriales que buscan a través de la recolecta, el análisis, y el cruce de datos producir una ciudad más eficiente, más sostenible y al servicio de los ciudadanos. España es reconocida internacionalmente por sus numerosas ciudades inteligentes de prestigio internacional, entre las cuales por ejemplo se encuentran Barcelona o Santander. Ambas ciudades son percibidas por los gestores franceses como modelos y no sólo por sus plataformas de gestión de datos, sino también por sus políticas públicas globales en materia de Smart Cities.
En Francia hoy en día sólo ciudades como Lyon, París o Niza disponen de plataformas inteligentes operativas de gestión de datos pese a que se estén desarrollando proyectos en Burdeos, Toulouse, Rennes, Nantes o Angers, entre otros. La idea es que mediante la recolecta, el análisis y el cruce de datos se mejore la gestión de los servicios públicos a través de un “monitoreo” del funcionamiento de los servicios en tiempo real, y se creen nuevas ofertas de servicios a los ciudadanos. Las aplicaciones concretas más avanzadas se focalizan en el ámbito de la movilidad, que beneficia de un marco legal favorable tras la aprobación de la ley Macron. Lyon, a través de su aplicación Optimod’Lyon, se posiciona como ciudad líder en Francia en este ámbito. Esta aplicación proporciona información multimodal al usuario, propone una predicción del tráfico a una hora y un navegador para la optimización del reparto urbano de mercancías.
En Francia existe una verdadera voluntad de los poderes públicos de introducir los datos en la gestión de los servicios públicos, pero también de llevar a cabo una gestión “soberana” de sus datos. Si existiese un modelo de Smart City a la francesa, éste se caracterizaría por la voluntad de los poderes públicos de llevar a cabo sus propios proyectos de manera independiente y de gestionar de manera soberana los datos producidos en la urbe. Crear una gobernanza interna de datos es precisamente uno de los objetivos de Lyon o París que, siguiendo el ejemplo de ciudades como Boston o Chicago, han creado un puesto específico de administrador general de datos (chief data officer). Sin embargo, las políticas internas de gestión de datos van mucho más allá del “simple” establecimiento de un administrador general de datos. En efecto, los proyectos de gobernanza interna de datos buscan crear sistemas informáticos más adaptados a un contexto marcado por la digitalización de la administración pública y donde prima la transversalidad.
Por otro lado al igual que sucede con el open data, son pocas las ciudades que han iniciado realmente una reflexión sobre gestión interna de datos y desarrollo de plataformas inteligentes. Frecuentemente son el tipo de interrogaciones que se plantean las grandes urbes, acentuando todavía más la brecha digital latente. Asimismo, en función de los territorios, los ayuntamientos han tendido a especializarse en algunos sectores, es el caso por ejemplo de Niza, cuyos proyectos se focalizan en temas medioambientales (recolecta de datos de calidad del aire, ruido, agua…) o de Lyon que como ya hemos visto invierte en aplicaciones de movilidad. Con el objetivo de aprovechar al máximo estas especializaciones “inteligentes” y reducir las diferencias entre grandes y pequeños ayuntamientos, los enfoques de mutualización de competencias ganan adeptos en el seno de las administraciones públicas. Algunas organizaciones como Open Data France o la FNCCR (2016) promueven la adopción de estos enfoques que permiten una mutualización de recursos, así como un intercambio de competencias y experiencias. Las soluciones de código abierto (open source) se adaptan perfectamente al desarrollo de plataformas mutualizadas de datos. Estas plataformas permiten a los territorios que no disponen de los recursos necesarios, realizar su transformación digital, en cumplimiento de sus obligaciones legales en materia de apertura de datos.
Ciudades abiertas para una participación ciudadana y un intercambio de experiencias
No es inútil recordar que la inteligencia de las ciudades va más allá de sensores, Big Data y análisis de datos. Algunos autores, pensadores o sociólogos, entre ellos por ejemplo Saskia Sassen, (citada en Blanc, 2016) nos recuerdan que la inteligencia de las ciudades reside en sus ciudadanos y en cómo estos se apropian de los conocimientos e instrumentos que aportan las nuevas tecnologías. Numerosas ciudades en Francia apuestan por un nuevo modelo de ciudad abierto en el cual los ciudadanos juegan un papel central en la creación de nuevos servicios innovadores, y es que una verdadera ciudad inteligente no puede concebirse sin participación ciudadana y la inteligencia de sus ciudadanos.
En pleno contexto, tanto en Francia como en España, de crisis de las instituciones políticas, las TIC también tiene un impacto mayor en las relaciones entre políticos, ciudadanos y usuarios (de los servicios públicos). Nuevos modelos de gobernanza según los cuáles los ciudadanos ocupan un lugar cada vez más preponderante, están surgiendo. En Francia encontramos numerosos ejemplos de cómo las TIC ofrecen nuevos canales de participación ciudadana. Sin ir más lejos, la propia elaboración de la Ley para una República Digital fue objeto de un proceso participativo sin precedentes en el país, pudiendo los ciudadanos dar su opinión y discutir todos los artículos de la citada ley a través de internet. Desde una perspectiva más local surgen nuevas aplicaciones participativas basadas en la transparencia informativa. Es el caso por ejemplo de CityZen Map, cuyo objetivo es mejorar la comunicación entre los ayuntamientos y ciudadanos acerca de los proyectos urbanísticos locales.
El proceso de apertura de datos es un proceso indispensable en la creación de una ciudad inteligente, abierta y colaborativa, en la medida en que compartir los datos es fundamental para que otros actores puedan crear nuevos servicios a partir de dichos datos. El sector del transporte se ha convertido en uno de los ámbitos clave de la innovación al mismo tiempo que ha sido objeto de importantes batallas económicas relacionadas con la apertura de los datos. Es el caso por ejemplo, del conflicto protagonizado por la RATP y CityMapper en abril de 2016. Los datos de transporte son cada vez más percibidos como un bien público y algunas plataformas abiertas como Navitia o Catalogue buscan convertirse en el “Wikipedia de la movilidad”, poniendo a disposición estos datos para el desarrollo de nuevos servicios. (Leriche citado en Mazon, 2016). Las soluciones abiertas a menudo no sólo ofrecen una respuesta a los diferentes desafíos de las ciudades, sino que también posibilitan que otros afronten dichos retos. Este tipo de iniciativas pone a disposición de otros ciudadanos, el conocimiento y experiencias realizadas en un barrio o ciudad e incitan a su vez la movilización de nuevos ciudadanos. Siguiendo el modelo del TUBA en Lyon o del Fab lab en Barcelona, Francia conoce hoy en día una multiplicación de los living-labs: espacios colaborativos que buscan la participación del “urbanpreneur” (Boyd Cohen) para co-crear las soluciones del mañana.
Conclusiones: modelos abiertos para favorecer un intercambio de experiencias
En Francia hoy en día, ganan peso nuevos enfoques centrados en una mutualización de competencias entre ayuntamientos. Esta mutualización se basa en una puesta en común de competencias y experiencias que permite a las administraciones públicas aprovechar al máximo las especializaciones “inteligentes” que han desarrollado en sus respectivos territorios. Paralelamente el desarrollo de plataformas de datos mutualizadas permite a los territorios rurales, entre otros, adquirir los instrumentos necesarios para llevar a cabo su propia modernización de la acción pública. Por otro lado, los modelos de ciudades abiertas suponen una democratizaciónón del funcionamiento de las ciudades ya que empresas, universidades, pero también ciudadanos están invitados a participar a crear los servicios y las ciudades de mañana. Los modelos abiertos también fomentan una puesta en común de recursos y favorecen un intercambio de experiencias.
Por último, Francia y España aparecen actualmente como países líderes en materia de open data y de gestión datos. Ambos países desarrollan soluciones innovadoras y experimentan nuevos modelos en sus respectivos territorios. Existen actualemente algunos instrumentos europeos que buscan favorecer el intercambio de experiencias entre los dos países, como es el caso por ejemplo, de programas como el Interreg SUDOE o POCTEFA. Así pues, inspirémonos de los modelos de las ciudades abiertas, así como de este tipo de iniciativas europeas para realizar un enriquecedor intercambio de experiencias transfronterizo sobre ciudades inteligentes.
Referencias
- European Data Portal, Open Data Maturity in Europe 2016, 6/10/2016
- FNCCR, Collecte et gestion des données numériques pour le pilotage des politiques publiques: vers un big data territorial, 11/2016
- Leriche Yann citado en Mazon Romain « Les données de transport doivent devenir un commun, un bien public », La Gazette des Communes, 20/01/2017
- OpenData France, Rapport sur les dispositifs d’accompagnement des collectivités locales à l’ouverture des données publiques, 17/10/2016
- Sassen Saskia citada en Blanc Sabine « L’urbanisme open source, un des enjeux majeurs de la Smart City », La Gazette des Communes, 08/04/2016