El Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha publicado el nuevo Atlas del Planeta Humano, que refleja 50 años de crecimiento de la población mundial, tendencias de urbanización y evolución de las ciudades y zonas rurales. Estos datos pueden ayudar a abordar los desafíos climáticos, sociales y económicos.
A través de mapas, gráficos y relatos, el Atlas del Planeta Humano 2024 muestra las implicaciones multisectoriales del desarrollo humano y la urbanización, y especialmente, cómo un planeta saludable está estrechamente vinculado a las acciones humanas dedicadas a proteger y restaurar los ecosistemas de la Tierra.
La población mundial prácticamente se ha duplicado, pasando de 4.000 millones de personas en el año 1975 a casi 8.000 millones en 2020. Actualmente, el 45% de la población vive en ciudades, mientras que el 35% reside en pueblos y zonas semidensas, y solo el 20% habita en zonas rurales. Existen más de 11.000 ciudades en todo el mundo, en comparación con las 6.400 que había en 1975.
Las áreas urbanizadas consumen el 75% de los recursos energéticos y generan el 75% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Así, son las impulsoras del cambio climático, cuyos efectos nocivos incluyen el aumento de la cantidad e intensidad de desastres naturales, que contribuyen a la subida del nivel del mar y a la propagación de enfermedades.
Megaciudades, zonas semidensas y áreas rurales
Los signos más visibles de la urbanización son la superficie edificada y la alta densidad de población. Las 32 megaciudades más pobladas del mundo cuentan con más de diez millones de habitantes cada una y, en su mayoría, se sitúan en América y Asia. Guangzhou-Shenzhen (China) es la más grande y en este grupo también se encuentran Tokio (Japón), con 34 millones de habitantes; y Yakarta (Indonesia), Shanghái (China) y Delhi (India), cada una con una población que supera los 25 millones.
En el caso de Delhi, se prevé que su rápido crecimiento demográfico y la expansión de las zonas edificadas superen a las de otras megaciudades en 2030. En las 27 megaciudades restantes, cada una con menos de 25 millones de habitantes, la superficie terrestre total cubierta por edificios alcanza los 800 km², suelen tener grandes economías y enfrentan problemas de contaminación, gestión de residuos, degradación ambiental y desafíos en materia de vivienda o servicios públicos.
Por ejemplo, la Ciudad de México sobreexplotó el agua subterránea debido a la escasez de lluvias y de acceso a otras fuentes de agua, lo que ha tenido efectos en la estabilidad subterránea y ha aumentado la probabilidad de terremotos graves.
Según JRC, los esfuerzos coordinados en el uso de energías renovables, prácticas de construcción sostenible o transporte público eficiente son esenciales para garantizar la habitabilidad de las grandes ciudades en el futuro próximo. Para su planificación, se requieren datos detallados y actualizados, como los que proporciona la Capa Global de Asentamientos Humanos (GHSL) de Copernicus.
Las ciudades y zonas semidensas suelen tener una actividad económica más modesta y hacer frente a una rápida urbanización, que conlleva retos administrativos y económicos. Por su parte, las áreas rurales escasamente pobladas acogen la mayor parte de la producción de alimentos, pero suelen disponer de infraestructuras y servicios básicos limitados, así como estar expuestas a fenómenos meteorológicos extremos que afectan a los cultivos.
A través de la identificación de áreas de población en entornos rurales, GHSL puede ayudar a garantizar que las estrategias de desarrollo protejan la naturaleza y se combinen con medidas de protección de la salud, al respaldar la priorización de recursos financieros y asistencia técnica para apoyar el desarrollo rural.
Conocer las zonas con más riesgo de sufrir desastres naturales
Algunos asentamientos están más expuestos a peligros naturales que otros, dependiendo de las características del entorno y de proceso naturales. Así, su estructura y disposición influyen en su grado de vulnerabilidad.
En este sentido, conocer el tamaño de los asentamientos y la cantidad de personas en riesgo es fundamental para prevenir daños y realizar evaluaciones posteriores a los desastres. Al mostrar dónde vive la gente y qué edificios están ubicados en áreas con riesgos, los datos de GHSL pueden ayudar a los responsables políticos, los planificadores y los equipos de respuesta a emergencias a crear planes para reducir el impacto de los desastres.
Un ejemplo es la activación del servicio de emergencia de Copernicus para elaborar mapas de emergencia detallados que mostraran el alcance de los daños durante las inundaciones que se produjeron en Europa Central el pasado mes de septiembre.