Barcelona es una de las ocho ciudades seleccionadas por Europa para implantar centros de supercomputación en toda la UE que alojen los primeros superordenadores europeos, destinados a ayudar a investigadores, industria y empresas a crear aplicaciones para ámbitos como la lucha frente al cambio climático, la medicina o la bioingeniería. Sofía (Bulgaria), Ostrava (Chequia), Maribor (Eslovenia), Kajaani (Finlandia), Bolonia (Italia), Bisen (Luxemburgo) y Minho (Portugal) albergarán el resto de centros de supercomputación.
La Empresa Común de Informática de Alto Rendimiento Europea (EuroHPC) ha seleccionado estos ocho emplazamientos que se desarrollarán en asociación con otros países de la UE. Serán 19 de los 28 estados miembros los que formarán parte de los consorcios que gestionan los centros. Junto con los fondos de la UE, el presupuesto total asciende a 840 millones de euros.
La EuroHPC, propuesta por la Comisión y apoyada por el Consejo de la UE, se creó en noviembre de 2018 con el objetivo de dotar a la UE de una infraestructura de supercomputación de categoría mundial para finales de 2020. Ahora, esta empresa común, junto con los emplazamientos seleccionados, adqurirán ocho superordenadores, tres de ellos, ordenadores de exaescala, que son capaces de ejecutar 150.000 billones de cálculos por segundo, que se situarán entre los cinco principales del mundo, y cinco ordenadores de petaescala, con capacidad para ejecutar 4.000 billones de operaciones por segundo.
Sistemas de exaescala y sistemas de petaescala
Se prevé que los precursores de los sistemas de exaescala faciliten entre cuatro y cinco veces más poder de cálculo que los principales sistemas de supercomputación actuales de la Asociación para la Computación Avanzada en Europa (PRACE). Junto con los sistemas de petaescala, duplicarán los recursos de supercomputación disponibles para su uso a escala europea, lo que significa que muchos más usuarios tendrán acceso a ellos.
En los próximos meses, la empresa común firmará convenios con las entidades anfitrionas seleccionadas y sus consorcios anfitriones. Estos convenios reflejarán la manera en que funcionará el proceso de contratación para adquirir los ordenadores y los compromisos presupuestarios respectivos de la Comisión y de los Estados miembros. Se prevé que los superordenadores estén operativos en el segundo semestre de 2020 para los usuarios europeos del mundo académico, la industria y el sector público. Todos los nuevos superordenadores estarán conectados a la red paneuropea de alta velocidad GEANT, como los superordenadores existentes que forman parte de PRACE.
El vicepresidente responsable del Mercado Único Digital, Andrus Ansip, considera estos superordenadores «un recurso estratégico para el futuro de la industria europea». Ansip destacó que «es un gran paso adelante para que Europa alcance la nueva frontera en capacidad informática; nos ayudará a avanzar en tecnologías orientadas al futuro, como el Internet de las cosas, la inteligencia artificial, la robótica y el análisis de datos».
Supercomputación para llevar la tecnología un paso más allá
La Comisión Europea señala que los usos de la supercomputación son enormemente variados. Por ejemplo, pueden pronosticar la evolución de los patrones metereológicos a escala local y regional y predecir las trayectorias y el tamaño de las tormentas y las inundaciones, haciendo posible activar los sistemas de alerta rápida en caso de fenómenos meteorológicos extremos.
También se emplea para diseñar nuevos medicamentos, a fin de resolver complejas ecuaciones de física que modelan los procesos moleculares y las interacciones de un nuevo medicamento con los tejidos humanos.
Las industrias de la aviación y del automóvil también utilizan la supercomputación para realizar simulaciones complejas y probar componentes individuales y aeronaves y automóviles completos. Además, puesto que son vitales para realizar simulaciones a gran escala y para la analítica de datos, los superordenadores son un componente sumamente importante en el desarrollo de la inteligencia artificial, así como para impulsar los puntos fuertes de Europa en materia de ciberseguridad y blockchain.