Han sido dos semanas de negociaciones entre 196 países para aprobar el programa de trabajo que desarrolle el Acuerdo de París alcanzado hace tres años. No ha sido sencillo, pero la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Katowice (Polonia), la COP24, ha dado como resultado un reglamento común para evitar el aumento de la temperatura global en más de 2 grados centígrados a final de siglo e intentar que se quede en 1,5 grados.
Las pautas que acaban de aprobarse y que deben seguir los estados para garantizar la reducción de las emisiones de dióxido de carbono entrarán en vigor en 2020. Un documento que marca reglas sobre recortes de emisiones de CO2, establece el marco de transparencia al que deben ceñirse los estados, los estándares para medir las emisiones, la financiación y el funcionamiento del mecanismo de revisión de los compromisos y los objetivos que deberán presentar periódicamente los estados.
«Llevamos tres años trabajando en este documento», declaró el presidente de la COP24, Michał Kurtyka en la sesión en la que se anunció el acuerdo, «cuando tenemos que lidiar con posiciones de casi 200 partes no es fácil alcanzar un acuerdo sobre múltiples aspectos y cuestiones técnicas. Bajo estas circunstancias, cada paso adelante es un logro».
Negociación complicada
El principal obstáculo en las negociaciones ha sido el mercado de emisiones, esto es, el conjunto de mecanismos de comercio de carbono que permiten a países que emiten más gases de efecto invernadero comprar derechos de emisión de aquellos otros países que cumplen los objetivos y además emiten por debajo de los límites establecidos. Finalmente, la cumbre no ha llegado a un acuerdo sobre este aspecto y han optado por retrasar esta discusión a la COP25, prevista para finales de 2019 en Chile.
Si bien todas estas medidas que incluye el reglamento son un avance en el cumplimiento de los objetivos frente al calentamiento global, no hay que olvidar que en 2017 las emisiones de dióxido de carbono registraron su máximo histórico desde que se empezaron a contabilizar y los objetivos de reducción de emisiones acordados hace tres años se perfilan como insuficientes. Así lo indicaba el Informe Especial publicado el pasado mes de octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
El documento señalaba que para limitar el calentamiento global a 1,5 °C se necesitarían transiciones “rápidas y de gran alcance” en las áreas de la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. En términos de porcentajes establecía que era necesario disminuir las emisiones netas de CO2 en un 45% respecto a los niveles de 2010 para el año 2030. Para 2050 estas emisiones debían haber alcanzado el «cero neto».
Sin embargo, los resultados de este documento no han sido incluidos en el reglamento aprobado en Katowice, más allá de reconocer el papel del IPCC a la hora de proporcionar la base científica que sirva a los países para adoptar políticas frente al cambio climático y recomendarles que lo tengan en cuenta.
En este sentido, el secretario General de la ONU, António Guterres, recordó al cierre de la COP24 que la ciencia ha evidenciado que hace falta una mayor ambición para derrotar al cambio climático y que, esta ambición, debe ser el núcleo de la Cumbre sobre el Cambio Climático que se celebrará en septiembre de 2019.
¿Qué avances se han producido en la COP24?
Más allá de aspectos a los que no se ha llegado a un consenso, los participantes en la COP24 se muestran satisfechos por el acuerdo de Katowice. Para la ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, las reglas aprobadas permitirán a los estados estar «plenamente operativos y gestionando ese proceso de aprendizaje y confianza que nos ha de llevar a cumplir la ambición de contar con un mundo seguro y descarbonizado a final de siglo».
El extenso documento que ha salido de las dos semanas de negociaciones tiene entre sus puntos fuertes el establecimiento de reglas técnicas comunes, de estándares, que garanticen que los compromisos de limitación y reducción de emisiones CO2 que presenten los países cumplan los requisitos que se establecieron en París, entre ellos, que sean progresivos y ambiciosos.
Directrices de reducción de emisiones y transparencia
Cobra una importancia capital para el cumplimiento del Acuerdo de París la transparencia, ya que el documento adoptado establece, por primera vez, un sistema común de seguimiento para que cada país pueda medir el progreso de sus medidas de mitigación, adaptación y financiación al cambio climático. Además, determina un sistema común que deben seguir todos los países en sus informes, que contempla cierta flexibilidad para los países en desarrollo, en función de sus diferentes capacidades.
Estas reglas establecen, por ejemplo, que la información que presente cada estado sobre los objetivos de mitigación incluya qué sectores están incluidos en esos objetivos, así como los gases y el año de referencia con respecto a los que van a medir sus progresos.
Cada estado debe presentar un informe bienal de transparencia que incluya un inventario de emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero siguiendo métricas comunes, el seguimiento de sus progresos en materia de mitigación de lucha contra el cambio climático siguiendo un sistema de indicadores y contabilidad establecido, información sobre vulnerabilidades e impactos del cambio climático y sobre las medidas de adaptación que ha llevado a cabo cada país.
Compromiso y evaluación
También deben incluir información sobre el apoyo que han proporcionado como donantes y el apoyo que han recibido aquellos países en desarrollo. Y deben hacerlo de forma mucho más detallada que como se venía haciendo hasta ahora, incluyendo desgloses de aportaciones por sectores, países y regiones beneficiarias, qué financiación privada se ha movilizado o qué aportaciones han sido bilaterales y multilaterales, entre otros aspectos.
El documento aprobado en la COP24 establece también el funcionamiento del Balance Global (Global Stocktake), el mecanismo que evaluará cada cinco años la posición en la que se encuentra cada país con respecto al objetivo de control de aumento de la temperatura global marcado en París. El primer Balance Global se hará en 2023.
Financiación
A partir de 2020 y cada dos años, los países desarrollados estarán obligados a informar sobre previsiones de financiación climática para países en desarrollo con datos cualitativos y cuantitativos. Deberán informar sobre detalles de los programas, sectores y países, planes para aumentar y movilidad financiación, estimaciones indicativas, entre otros elementos. Toda esta información estará recopilada en un portal online y se analizará. Los resultados de este análisis formarán parte de las aportaciones al mecanismo de Balance Global.
Con respecto al instrumento Fondo de Adaptación, que se creó para financiar proyectos a países en desarrollo que forman parte del Protocolo de Kioto y que son particularmente vulnerables a los efectos del Cambio Climático, se ha decidido que siga sirviendo a este fin para el Acuerdo de París a partir de 2019. El Fondo seguirá sirviéndose de contribuciones voluntarias y de una tasa que se aplicará al mercado de carbono.