Bank of the West, división de BNP Paribas en EEUU, ha utilizado baldosas equipadas con un transmisor de datos inalámbrico para capturar información de cada paso que transforma cada pisada en energía eléctrica. Toda esa energía iba sumando dinero hasta que consiguieron donar 10.000 dólares para el suministro de equipamiento de energía solar a comunidades desfavorecidas.
Una suma que se consiguió gracias a los pasos de los viandantes. En concreto, fueron 100.000 ‘pisotones’ sobre la tecnología de Pavegen para generar energía eléctrica en la red. Se trata de una campaña que comenzó el pasado 24 de agosto en San Francisco, a las puertas de la sede del banco.
Transmisor de datos inalámbrico
Esta iniciativa desafió a los viandantes de la ciudad a realizar 100.000 pasos en la tecnología de Pavegen, incluida en las baldosas. Al pisar, y gracias al transmisor de datos incorporado, se recopila cada paso a través de una aplicación móvil, que transforma cada pisada en una moneda digital que se puede utilizar, como ha sido el caso, para causas benéficas.
En esta ocasión, el objetivo del banco era generar energía de la red para donar 10.000 dólares a GRID Alternatives, una organización sin ánimo de lucro, que utiliza la recaudación para suministrar equipos de energía solar en las comunidades desfavorecidas.
Sacramento y Portland
Durante los tres días que esta tecnología permaneció instalada, se colocó una pantalla que capturaba el número de pasos realizados en tiempo real, así como la energía eléctrica que éstos producían. El último día, se dieron más de 110.000 pasos, de modo que se batió el objetivo y se generó suficiente electricidad para hacer funcionar un Nissan Leaf para 1000 pies, o para cargar un iPhone 8 durante 115 horas.
El segundo capítulo de la campaña se produjo en Sacramento, donde los pasos de los visitantes impulsaron la sobrecarga de arcos de LED. Por último, en Portland, la tercera ciudad en asumir el reto, alcanzó el objetivo de los 50.000 pasos, lo que permitió también realizar una donación económica, que, en este caso, fue a parar a una organización local llamada Ecotrust.