Trabajar en la construcción de ciudades resilientes ante los desafíos que plantea el cambio climático debe pasar a ser una prioridad para las ciudades europeas y así lo refleja el informe elaborado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por su siglas en inglés), que muestra los beneficios de invertir en medidas preventivas a largo plazo.
El informe Adaptación urbana al cambio climático en Europa 2016-transformar las ciudades en un clima cambiante ofrece un panorama general sobre aquellas acciones que las autoridades locales y los responsables de la planificación de las ciudades, pueden tomar con el fin de reducir el impacto del cambio climática en entornos urbanos.
Advierte de cómo los efectos del calentamiento global se van a dejar notar cada vez más en las ciudades, por ejemplo, con el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones y periodos de sequía. Efectos a los que se suma la evolución socioeconómica y demográfica que pueden ahondar la vulnerabilidad de las áreas urbanas.
Barcelona y otras ciudades ya trabajan para ser resilientes
En Europa ya hay al menos 100 ciudades que han empezado a prestar atención a su vulnerabilidad ante el calentamiento global, según señala el documento de la EEA, y han comenzado a desarrollar planes y estrategias para enfrentarla. La ciudad española de Barcelona forma parte de este grupo junto a otras urbes europeas como Copenhague, Rotterdam, Bolonia y Bratislava.
Los expertos que han elaborado este documento recomiendan abordar los retos de las ciudades ante el calentamiento global adoptando un enfoque sistémico, que incluye una mejor planificación urbana con más áreas verdes para retener el exceso de agua de lluvia o enfriar los núcleos urbanos en verano, evitando construir en áreas inundables ante lluvias torrenciales, por ejemplo.
Esto incluye una mejor planificación urbana, con más áreas verdes que pueden retener el exceso de agua de lluvia o enfriar núcleos urbanos construidos en el verano, o evitando la construcción de casas en áreas propensas a inundaciones. Este enfoque puede transformar las ciudades en lugares mucho más atractivos, resistentes al clima y sostenibles.