Este mismo viernes, 16 de septiembre, comienza la Semana Europea de la Movilidad 2016 con el objetivo de concienciar a los ciudadanos y promocionar las bondades de la movilidad urbana sostenible e inteligente. Para la campaña de este año, la Comisión Europea ha establecido cuatro áreas prioritarias de trabajo: descarbonización, ciudadanía, innovación y digitalización.
Europa se ha puesto como objetivos la desaparición gradual de los coches diésel de las ciudades de aquí a 2050 y alcanzar en 2030 una logística urbana de emisiones cero en el centro de las principales ciudades. Y para lograrlo, es necesaria una transición hacia el transporte limpio (vehículos eléctricos, bicicleta, etc.) y un mayor uso del transporte público u otras modalidades como compartir coches privados.
Uno de los mayores retos es el de sensibilización, que la ciudadanía reconsidere cómo se plantea sus desplazamientos. Para animarles a dejar en casa el vehículo privado, cientos de ciudades europeas pondrán en marcha estos días medidas como la gratuidad del uso de bicicletas públicas o recompensas por utilizar el autobús para ir al trabajo. Aunque, por el momento, son iniciativas circunscritas a la Semana Europea de la Movilidad.
Por otra parte, el avance tecnológico llevará a las nuevas generaciones a modificar sus modelos de conducta a la hora de elegir transporte. Un informe publicado este año por la compañía Xerox, en el que participaron 1.200 jóvenes de entre 18 y 24 años procedentes de 12 ciudades de Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica y Países Bajos, indicaba que para 2025, el 37% de los encuestados utilizará coche eléctrico y el 51% tendrá en cuenta la disponibilidad de servicios de transporte a la hora de decidir dónde vivir y trabajar.
Pero volviendo al momento actual y antes de que se produzcan estos cambios generacionales, algunas ciudades ya están poniendo en marcha medidas innovadoras que incorporan sistemas de recompensa a los conductores que optan por utilizar el transporte público o compartir el vehículo privado.
Proyecto de movilidad en Los Ángeles
Un ejemplo de ello es el proyecto piloto puesto en marcha durante doce meses en la ciudad de Los Ángeles, cuya área metropolitana es una de las más castigadas de los Estados Unidos por la congestión de sus autopistas, con las consecuencias de empeoramiento en la calidad de vida de sus conductores y en la calidad del aire que respiran.
Para mejorar la gestión del tráfico, ‘Los Angeles County Metropolitan Transportation Authority’, autoridad responsable del transporte en el área metropolitana de la ciudad, puso en marcha la iniciativa ‘Metro ExpressLanes’. La compañía Xerox se encargó de implementar un sistema por el que los conductores tendrían que pagar un peaje por circular a lo largo de 50 millas (algo más de 80 kilómetros) en dos carriles habilitados en la autopista Interestatal 110.
En estos carriles, los coches y las furgonetas compartidas, los autobuses y las motocicletas no estaban obligados a pagar por circular. De este modo, se estaba recompensando el uso de transporte público y de vehículos compartidos.
A nivel técnico supuso un reto en la medida en que se hacía necesario coordinar diferentes componentes, gran número de sensores y la integración de sistemas que permitieran, a partir de los datos obtenidos, desarrollar algoritmos de manera rápida y eficaz para tener la información sobre los niveles de atasco y, en base a esos niveles, recomendar precios de peaje a los gestores y tomadores de decisiones.
Además, había que ‘educar’ a los conductores que antes habían circulado gratuitamente por esas vías acerca de los beneficios del proyecto, ya que debían inscribirse en el programa y obtener su propio dispositivo RFID (Radio Frequency Identification), cuyos datos eran captados por el sistema. Por otra parte, el programa tenía que animarles a practicar el ‘vanpooling’ o uso de camionetas compartidas y la utilización del transporte público en detrimento de sus propios vehículos.
El sistema debía desplegar los primeros transmisores de ocupación en California, es decir, los dispositivos que permitirían conocer el número de personas que ocupaba un vehículo en los casos de coches y camionetas compartidos. Además debía relacionar la tarifa de peaje con cada vehículo y administrar un sitio web para los conductores en el que podían abrir sus cuentas de usuario, aprender sobre el programa ‘Metro Express Lanes’ y adquirir sus dispositivos RFID.
Para incentivar el uso del transporte público, el programa permitía a los conductores obtener crédito en sus tarjetas de transporte público, que se vinculaban al sistema ‘Metro ExpressLanes’ de tal forma que, cada vez que el conductor utilizaba el transporte público para cubrir la ruta comprendida dentro del programa ‘Metro ExpressLane’, obtenía puntos o crédito. Cuando había registrado 32 viajes, el conductor obtenía un crédito de 5 dólares para el pago de sus tarifas de peaje.
Para gestionar y controlar todo el proyecto, la Autoridad de Transporte de Los Ángeles solicitó a la empresa concesionaria la creación de un Centro de Gestión de Tráfico desde el que, a través de una pantalla se monitorizaban desde los peajes hasta los incidentes de tráfico, que eran comunicados de manera inmediata a la policía, acelerando así el auxilio de los implicados y con ello, evitando atascos debido al accidente.
El piloto se llevó a cabo entre 2012 y 2013. Los buenos resultados obtenidos durante la experiencia, hicieron que el programa se hiciera permanente en dos autopistas, la Interestatal 110 y la Interestatal 10.