Jose María Ezquiaga ha estado vinculado a la ciudad y al proyecto urbano desde el inicio de su actividad profesional. En los últimos años ha centrado su interés académico y profesional en la investigación teórica e integración proyectual de las diversas escalas, geográficas y sociales, que conforman el territorio y la ciudad. Sus proyectos han sido el medio para la experimentación e investigación sobre el proceso de creación del paisaje contemporáneo.
Ha desempeñado cargos de responsabilidad en relación con el Planeamiento y el Urbanismo tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid y en la actualidad ejerce como profesional independiente y profesor en la Escuela de arquitectura de la UPM. Ha sido distinguido con diversos premios y reconocimientos, entre ellos, el Premio Europeo de Urbanismo 2012, el Premio Nacional de Urbanismo 2005, el Premio de la XII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo 2013, el Premio de Investigación de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo 2012 y el Premio Europeo Gubbio 2006
ESMARTCITY: Como arquitecto vinculado a la ciudad y al proyecto urbano a lo largo de tu carrera profesional y como docente, ¿qué papel juega, en tu opinión, la planificación urbanística ante los actuales desafíos tecnológicos y sociales?
Jose María Ezquiaga: Quizás lo que mejor caracterice a la condición contemporánea sea una transformación de las ciudades tan profunda como la experimentada en la fase de surgimiento de las sociedades industriales y, como consecuencia, la crisis de las ideas tradicionales de urbanismo, espacio público y paisaje. Los cambios en las formas de producción, organización del consumo y movilidad de capitales, personas y bienes, están afectando de manera profunda al carácter de las ciudades. Lo global y lo local se encuentran conectados de manera inimaginable en las sociedades tradicionales. El salto en las tecnologías de comunicación y la estrecha interrelación de los mercados genera que acontecimientos en centros de decisión lejanos afecten rutinariamente a las vidas de millones de personas. Más precisamente, las modernas telecomunicaciones, en especial Internet, han roto vínculos tradicionales entre el tiempo y el espacio. Las ideas de ‘comunidad virtual’ o ‘ciberespacio’ ponen de manifiesto la creciente existencia de esferas de relación y vínculos personales o profesionales no referidos a lugares determinados.
Desde esta perspectiva, creo que es necesario afrontar los desafíos derivados de la globalización, el cambio climático y la transformación social, desde un nuevo urbanismo, basado en la transformación y reciclaje de la ciudad existente. Esto se traduce en reorientar el carácter del Plan urbanístico para convertirlo en un instrumento flexible y abierto a la innovación tecnológica, capaz de abordar el orden estructural de la ciudad: integrando coherentemente las estrategias ambientales, de vivienda, transporte, infraestructuras, etc., sin por ello perder de vista la atención a las necesidades sociales reales y la sensibilidad hacia lo local.
ESMARTCITY: ¿Cuál sería tu definición de una ‘Smart City’?
Jose María Ezquiaga: Las definiciones más habituales de Smart City hacen referencia al uso de las tecnologías digitales en la gestión de las infraestructuras urbanas, desde el ciclo del agua, a la energía, movilidad o salud, para mejorar su eficiencia reduciendo costes y consumos. Una segunda dimensión hace referencia a la gobernanza, es decir, al potencial de las nuevas tecnologías para posibilitar una mayor información y compromiso entre administraciones y ciudadanos, permitiendo fórmulas innovadoras de gobierno abierto y democracia participativa.
Me interesa entender la Smart City no sólo desde la dimensión tecnológica sino sobre todo desde la dimensión del conocimiento. Estamos cada vez más insertos en sociedades basadas en el conocimiento, la creatividad e innovación. Desde esta perspectiva, una Smart City no sólo es más inteligente, gestionada tecnológicamente y eficiente, sino también es más justa, inclusiva y resiliente, capaz de promover la creatividad, la innovación y la adaptación.
En suma, la ciudad inteligente pone su énfasis no sólo en la tecnología, sino también en el capital social, con el objetivo de mejorar la calidad de vida para el conjunto de los ciudadanos a través de fórmulas de gobierno más participativas.
ESMARTCITY: Continuando con tus reflexiones, proyectos como la Ampliación de la Castellana plantean nuevos enfoques urbanísticos y de desarrollo urbano, ¿Crees que estas iniciativas enlazan con la idea de Ciudad Inteligente que debemos perseguir?
Jose María Ezquiaga: El Proyecto de Prolongación de la Castellana, por su ambición y escala, debería ser un entorno privilegiado para ensayar criterios innovadores de diseño inteligente y gestión sostenible de energía y recursos.
Tiene un punto de partida muy favorable, ya que constituye una operación de transformación urbana y no de nueva extensión de ciudad. Es decir, propone el reciclaje de suelos ferroviarios e industriales obsoletos sin comprometer un nuevo consumo de suelo rústico en la periferia. Se sustenta sobre el transporte público, en especial metro y ferrocarril de cercanías, y prevé una oferta muy variada de medios alternativos al automóvil: un carril ciclista exclusivo que recorre todo el ámbito, plataformas reservadas para autobuses en las grandes vías y el viario local no admite el tráfico de paso, quedando reservado para el acceso a los residentes.
Sería muy interesante que a ello se sumara un enfoque innovador de la gestión energética, tanto a nivel de las edificaciones, como de la organización en su conjunto. Adoptando estándares más rigurosos que los hoy exigibles en cuanto a eficiencia energética de los edificios, así como estrategias de producción centralizada de calor, refrigeración y reciclaje de agua.
Pero la verdadera clave del Proyecto es promover un debate y conseguir un extenso consenso social en torno a sus objetivos urbanísticos y su papel en el Madrid el futuro.
ESMARTCITY: El proyecto Madrid Centro aborda un problema muy distinto: la reflexión sobre el futuro del centro en Madrid.
Jose María Ezquiaga: El Proyecto Madrid Centro constituyó la oportunidad de ensayar un nuevo enfoque del urbanismo capaz de afrontar los desafíos derivados de globalización, cambio climático y transformación social desde una sintaxis innovadora de conceptos y políticas urbanas basadas en la transformación y reciclaje de la ciudad existente.
La naturaleza de los problemas del Centro de Madrid demanda un profundo cambio en el enfoque urbanístico convencional: de la expansión y crecimiento indiscriminado a la transformación, rehabilitación y reciclaje de los tejidos, infraestructuras y actividades existentes; de la ordenación del suelo a la prioridad en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
El Proyecto adoptó como principios la puesta en valor del capital social, económico, espacial y simbólico del Centro de Madrid y el entendimiento de la ciudad desde los procesos reales que la configuran y no solo desde la normativa, a fin de responder a la complejidad espacial y social de la ciudad desde un entendimiento asimismo complejo de las técnicas e intervenciones urbanísticas.
Esta estrategia se articulaba en torno a una serie de ejes esenciales que, en mi opinión, constituyen la hoja de ruta esencial para orientar el urbanismo madrileño del futuro en sintonía con los principios clave de la ciudad inteligente antes comentados:
- Entender el espacio público como sistema organizativo, referencia identitaria y elemento mediador entre la ciudad y sus habitantes, y no como espacio prioritario del automóvil.
- La naturalización de la ciudad como estrategia activa de construcción de un nuevo paisaje urbano.
- El fortalecimiento de la identidad y cohesión ciudadana desde el reconocimiento de la pluralidad social en una ciudad compleja.
- Una nueva gobernanza, basada en una gestión pública cooperativa, inclusiva y transparente.
ESMARTCITY: En el avance hacia las ciudades Inteligentes se habla de forma continua de la colaboración público privada como canal de su desarrollo, ¿cómo crees que debe ser la relación entre administraciones públicas y sector privado a la hora de poner en marcha proyectos de ciudad?
Jose María Ezquiaga: Una gestión inteligente de la ciudad supone la necesidad de innovar en ámbitos donde es importante el liderazgo público (desde la nueva perspectiva cooperativa y participativa), tales como: el planeamiento, la salud, la movilidad, la educación o la defensa del patrimonio cultural. Pero también debe abarcar el conjunto de campos donde la presencia privada es determinante: los ciclos de producción y distribución y consumo de bienes, la cultura, el turismo, el transporte o la promoción inmobiliaria.
Un gobierno abierto es sensible a las iniciativas desde abajo, tanto procedentes de los ciudadanos como de los emprendedores, y promueve activamente procedimientos de diálogo y concertación social en torno a las ideas y proyectos. Es una posición proactiva, muy alejada del tradicional papel fiscalizador de las administraciones públicas.
ESMARTCITY: Finalmente, como profesional que ha estado vinculado a la Administración con responsabilidades en el urbanismo y el planeamiento en el Ayuntamiento y en la Comunidad Madrid, ahora te enfrentas a un nuevo reto de participación en lo público, presentándote a Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid con la Candidatura ABIERTO, ¿por qué este paso en este momento? ¿Qué papel debe tener el colectivo de arquitectos en el desarrollo urbano de Madrid?
Jose María Ezquiaga: He reflexionado mucho sobre esta decisión. Los arquitectos estamos atravesando una crisis de una dureza y duración sin precedentes y cabe legítimamente preguntarse si los colegios son en esta situación una ayuda o una carga más sobre las espaldas de los profesionales. Mi conclusión es que ahora más que nunca necesitamos el colegio de arquitectos. En un momento de crisis de las instituciones políticas es más necesario que nunca fortalecer las instituciones de la sociedad civil.
Creo que el colegio de arquitectos puede cumplir un papel muy importante como imagen y voz independiente en defensa de los arquitectos ante las instituciones políticas y ante la sociedad. Necesitamos el colegio como inteligencia colectiva de los arquitectos, como herramienta de conocimiento y auxilio técnico en el ejercicio profesional, especialmente de los más jóvenes. En un momento de profundos cambios sociales, necesitamos también un colegio que sea sensible a las necesidades y problemas de los distintos modos contemporáneos de ser arquitecto.
Además, el colegio de arquitectos es una herramienta en la defensa de la arquitectura y la ciudad y puede constituir un instrumento muy valioso de comunicación y pedagogía. En ese sentido debe ampliar su discurso y su esfuerzo de comunicación para abrirse al conjunto de la sociedad. La arquitectura y el urbanismo en su conjunto son un servicio público y deben dar respuesta a las necesidades, aspiraciones y sueños de las comunidades.