El carsharing, como alternativa de movilidad, necesita de un cambio de mentalidad radical entre sus usuarios para convertirse en una verdadera opción de transporte y causar el impacto urbano que se propone. La empresa Bluemove, que ya cumple un año de operaciones en Madrid, es testigo certero del crecimiento del número de personas y empresas que prescinden del coche privado como medida para hacer frente a la crisis y optan por una alternativa más económica y sostenible: compartir coche.
La iniciativa que comenzó hace un año colocando coches en parques empresariales de San Fernando de Henares y Pozuelo de Alarcón a disposición de las empresas y sus trabajadores ya se ha extendido por gran parte de la ciudad y hoy en día tienen presencia en seis aparcamientos de Madrid: en la calle Barceló de Alonso Martínez, en la calle Orense y la calle Hernani de Nuevos Ministerios y ahora en tres localizaciones del barrio de Salamanca: ABC Serrano, Velázquez con Ayala y su más nueva conquista, el Paseo de Recoletos.
La proliferación de vehículos para compartir tiene el potencial de causar un impacto importante en el tráfico y la composición urbana de una zona. Se estima que al detallar los gastos variables que hace cada persona y cada empresa en movilidad se estimula el uso de transporte público y solo se utiliza el coche cuando es necesario. La reducción en el número de coches particulares también significaría menos atascos y más espacio de aparcamiento que puede ser utilizado de manera más provechosa para la comunidad.