Movilidad y empresa

Cada día se producen millones de desplazamientos que están vinculados directa o indirectamente a las empresas. El trabajo y los estudios suponen el primer motivo de desplazamiento en las ciudades, lo que evidencia el papel tan crucial que están llamadas a jugar las empresas en la movilidad obligada, donde no sólo intervienen los mecanismos que facilite la Administración para gestionar los desplazamientos y la propia iniciativa individual de cada ciudadano, sino que también influyen las políticas de responsabilidad social corporativa en decisiones como el emplazamiento físico de la compañía y políticas de horario y desplazamiento de sus trabajadores, entre otros muchos factores.

Teniendo en cuenta estas premisas, dos profesionales vinculados al ámbito medioambiental, Cristina García y David Bartolomé, han publicado las conclusiones de un estudio práctico sobre movilidad sostenible al trabajo, promovido por la Fundación Caja Segovia y basado en los desplazamientos de los empleados de la entidad de crédito segoviana.

Racionalizar los desplazamientos entre el domicilio y el centro de trabajo es uno de los objetivos previstos en la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética en España (2004-2012), que propone potenciar los Planes de Movilidad en empresas de 200 o más trabajadores.

¿Cómo pueden ayudar las empresas a mejorar el modelo de movilidad de la ciudad? Con esta pregunta arranca el trabajo de García y Bartolomé, cuyo objetivo ha sido avanzar en el conocimiento y principios de la movilidad sostenible desde el punto de vista del papel que las empresas pueden tener en la configuración de una nueva cultura de la movilidad urbana.

El estudio se ha contemplado, precisamente, desde la perspectiva de Planes de Movilidad para empresas con 200 o más empleados, aunque los autores afirman que para organizaciones pequeñas, con pocos empleados, el desarrollo de un PME es un ejercicio muy valioso. “Al fin y al cabo los grandes cambios se consiguen con la suma de muchos cambios pequeños y el proceso a seguir es similar, aunque a una escala más pequeña”, señalan.

Asimismo, el estudio se ha centrado en lo que se conoce con el término anglosajón de “commuting” o desplazamiento de casa al trabajo y viceversa, aunque existen, evidentemente, otras muchas áreas de la movilidad vinculada a las empresas, tales como el transporte de mercancías, el desplazamiento de clientes, los viajes de empleados por motivos comerciales o de otra índole y la gestión de la flota de vehículos de empresa, entre otros, lo que implica una reflexión más profunda.

Un modelo obsoleto de movilidad

“La movilidad crece y se diversifica. Los flujos de desplazamiento son cada vez mayores y más dispersos en el espacio y en el tiempo, los viajes son cada vez más largos, hay un uso creciente del vehículo privado. En paralelo al aumento cuantitativo de la movilidad van el número, la extensión y la gravedad de sus impactos. A escala local, se trata de consumo de energía, espacio y tiempo, de la calidad del aire de las ciudades, del paisaje urbano, del ruido. A escala global, de la capacidad de la atmósfera para absorber gases de efecto invernadero y las consecuencias para el cambio climático.

El modelo se revela obsoleto hoy en día, no sólo por el coste ambiental, sino también por el coste económico y social, que ponen de relieve la necesidad de actuar desde perspectivas novedosas”, proponen los autores del libro, para quienes resulta imprescindible mirar hacia todos los colectivos que componen el sistema, contemplar los distintos patrones de desplazamiento y reconocer que las diferentes necesidades no pueden ser analizadas y resueltas únicamente desde la ingeniería de tráfico.

“La vieja receta de construir nuevas infraestructuras o aumentar la capacidad de las existentes no garantiza la satisfacción de las necesidades de desplazamiento. La tesis de Colin Buchanan que propone que las nuevas infraestructuras generan más tráfico del que son capaces de absorber ya está probada. Antes o después los accesos a la ciudad se vuelven a congestionar, y dentro de la ciudad, la capacidad del viario es limitada. Es necesario incorporar enfoques desde disciplinas como la sociología, la antropología urbana, las ciencias ambientales” afirman.

En el impulso de una nueva cultura de la movilidad, la movilidad al trabajo es clave, ante un modelo territorial y productivo que ha promovido el incremento de las distancias que los trabajadores deben recorrer para ir de su casa al trabajo, favoreciendo el uso del vehículo privado, con los impactos ambientales, sociales y económicos que supone.

Por ello, García y Bartolomé defienden que las instituciones públicas y las empresas privadas pueden y deben ir de la mano en el desarrollo de una movilidad al trabajo más racional, que pasa por cambiar tendencias, desarrollando iniciativas que incluyan medidas e instrumentos de gestión concretos y que deben de servir de referencia o buenas prácticas para su replicabilidad a escala local, donde los Planes de Movilidad de Empresa son un ejemplo de ello.

El estudio se centra igualmente en los impactos y conflictos de la movilidad urbana, con variables como el consumo energético, las emisiones de gases de efecto invernadero, la salud y la contaminación local del aire, la congestión, el ruido, el sedentarismo, la ocupación del espacio, la fragmentación del medio natural, la accidentalidad y el coste económico del transporte.

Igualmente, se adentra en los condicionantes del modelo de movilidad, con una configuración actual que es fruto de diversos factores como:

En el camino hacia la movilidad sostenible, los autores destacan objetivos como mejorar la integración de la planificación territorial y urbanística con la de transporte; reducir la dependencia respecto del vehículo privado; incrementar las oportunidades de los medios de transporte alternativos; gestionar la demanda de movilidad; reducir los impactos de los desplazamientos motorizados; reconstruir la proximidad como valor urbano; mejorar de manera integral la seguridad en todos los modos de transporte y la seguridad vial, y recuperar la convivencia y el espacio público.

La empresa hacia una movilidad sostenible

“Bajo la denominada Responsabilidad Corporativa, las empresas vienen incorporando tímidamente las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores.

Las empresas se crean para permanecer en el tiempo de forma ilimitada por lo que cualquier contribución a la sostenibilidad del entorno en que compite contribuye a la propia sostenibilidad de la empresa. Al mismo tiempo, la empresa es la institución social con mayor capacidad de innovación.

Sin embargo el papel de las empresas en cuanto a la Movilidad Sostenible tiene un escasísimo reflejo en las políticas medioambientales empresariales, en lo que se refiere a gestión, e incluso a las labores de concienciación y sensibilización medioambiental hacia empleados, clientes y proveedores”.

Con estas reflexiones se adentran los autores del estudio en las claves de las empresas para avanzar hacia una movilidad sostenible a través de un proceso dinámico que crecerá y se desarrollará con el tiempo, de acuerdo con la evolución de la empresa y del entorno en la que trabaja, en lo que se denomina Plan de Movilidad de Empresa (PME), que no se ha contemplar como un paquete de medidas aisladas, sino como “un paquete de medidas destinadas a racionalizar los desplazamientos y promover la movilidad sostenible dentro de una organización empresarial, poniendo el foco en reducir de la dependencia en el automóvil”, define el estudio.

Seguidamente, los autores se centran en las razones por las que una empresa debe apostar por un Plan de Movilidad y que resumen en:

Al margen de la empresa, los beneficiados por un PME son también los propios trabajadores, para quienes estas medidas suponen:

Y por supuesto, para la sociedad, que se beneficia por:

Los actores de la movilidad en la empresa

Para los autores del estudio, lo prioritario es que la dirección de una empresa sea consciente de que tiene en sus manos una Responsabilidad Social, por lo que debe plantearse cuál es su relación con la comunidad donde desarrolla su actividad, más allá de maximizar el beneficio económico.

En el éxito de implantación del PME, los autores señalan la necesidad de involucrar a todos los componentes de la organización, desde la alta dirección hasta el personal de menor grado. En este sentido, los investigadores consideran importante la existencia, dentro de la empresa, de un gestor de movilidad, encargado de informar, de identificar los problemas y de llevar a cabo actuaciones de mejora continua, desde la racionalización de horarios y la implantación de tecnologías hasta la gestión de la flota de vehículos, la formación o simplemente, la información al personal.

A la hora de implementar medidas en un PME es necesario mirar con detenimiento el Mapa de Situación y tratar de ser creativo, tanto en la selección de las medidas como en la forma de implementarlas.

En definitiva, este estudio trata de plantear con el apoyo de un caso práctico los problemas asociados a la movilidad y, al mismo tiempo, dar algunas pautas sobre las posibles soluciones para que las empresas tomen conciencia de la necesidad y accesibilidad de los PME como herramienta inherente a su actividad productiva.

 
 
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