Recientemente se han realizado, en la pequeña ciudad suiza de Wildhaus, las pruebas anuales de crashtest organizadas por Dekra, junto con la aseguradora Axa para anlizar, en esta ocasión, los múltiples riesgos que presenta el tráfico urbano que combina coches, bicicletas, motocicletas, peatones, ciclomotores y camiones generando ruidos, siniestralidad, atascos e incomodidades para todos los actores que conforman el paisaje urbano.
Cada año se registran en España alrededor de 50.000 accidentes con víctimas en zona urbana. En 2008, según los últimos datos ofrecidos por la DGT, fallecieron 634 personas en accidentes en zona urbana, definición que incluye también las travesías.
Esta tendencia es similar en el resto de países, por lo que los fabricantes de vehículos cada vez tienen más en cuenta esta situación a la hora de diseñar los sistemas de seguridad de los vehículos.
Los ciclistas: el colectivo con mayor riesgo
Entre el tráfico urbano, los ciclistas son los más vulnerables. Tomando las cifras alemanas, donde el uso de la bicicleta es masivo, en 2009 hubo 72.294 accidentes en los que se vieron afectados ciclistas, ascendiendo el número de víctimas mortales a 285. Esta experiencia debería de tenerse en cuenta en el resto de países en los que, como en España, se está fomentando el uso de este medio de transporte.
Según los últimos datos disponibles (2008), entre los ciclistas españoles que pedaleaban por áreas urbanas se registraron 2.053 accidentes, en los que fallecieron 11 personas.
Por todo ello, según los investigadores de Dekra, para reducir la siniestralidad habría que actuar sobre dos frentes:
- Seguridad vial: hay que invertir más en la seguridad de los ciclistas en las zonas urbanas mediante la protección específica de los carriles-bici, separándolos físicamente mediante barreras del tráfico a motor.
- Protección: los ciclistas deben usar la protección adecuada, especialmente el casco, que reduce sustancialmente el peligro de lesión. Curiosamente, el casco lo usan más los hijos que los padres: hasta los 14 años se registra un uso del 70%, porcentaje que desciende al 30% entre los usuarios de entre 15 y 29 años.
A todos estos riesgos se suma ahora el que suponen las bicicletas eléctricas, que permiten circular hasta 45 km/hora y están en pleno auge en toda Europa. En las pruebas de crashtest realizadas por Dekra, en las que una bicicleta eléctrica impacta contra la puerta de un vehículo que se abre al azar, el conductor de la bicicleta sufrió daños importantes en la cabeza y en el pecho.
Por esta razón, los expertos de Dekra consideran necesario imponer el uso obligatorio del casco a los conductores de bicicletas eléctricas así como sensibilizarles acerca de lo engañosas y peligrosas que pueden llegar a ser las estimaciones de velocidad que los conductores hacen respecto a otros vehículos.
“Si la bici circulase a una velocidad normal, el conductor del vehículo tendría tiempo de volver a cerrar la puerta, o el ciclista de sortear el obstáculo. Con una bicicleta eléctrica, el accidente sería inevitable y muy violento por la alta velocidad”, explica Ahlgrimm.
La protección de los peatones
La ciudad continúa siendo un entorno peligroso para los peatones. Los pasos de peatones siguen siendo un foco de accidentes, especialmente al oscurecer, cuando la siniestralidad peatonal se duplica por la falta de visibilidad tanto de los conductores como de los viandantes.
El crashtest de Dekra demuestra que una colisión de un peatón con un vehículo a 30 km/h tiene unas consecuencias sustanciales pero reversibles para el peatón, pero a 60 km/h el resultado suele ser mortal.
Los expertos de esta organización aconsejan a los conductores la compra de vehículos con sistemas activos de seguridad, que detectan automáticamente al peatón e inducen a frenar. También hay vehículos en cuyo frontal dispone de equipos pasivos de protección peatonal, que en caso de impacto a bajas velocidades no causan los daños irreversibles que suelen ocurrir con vehículos sin dicho equipamiento.
En cualquier caso, la construcción de las vías continúa siendo el factor más importante, pues en las islas acotadas al tráfico rodado la siniestralidad se reduce considerablemente. Los expertos también recomiendan una buena iluminación y señalización allí donde hay peatones compartiendo vías con tráfico rodado.
Los vehículos pesados, como las furgonetas, presentan ángulos muertos que reducen la visibilidad. Para eliminar estos puntos se suelen instalar diversos espejos y cámaras que permiten mejorar la visibilidad, aunque no llega a ser perfecta. Al realizar maniobras, especialmente, estos vehículos son un auténtico peligro para peatones y bicicletas, que son difícilmente advertidos por el conductor del vehículo pesado.
En ocasiones los vehículos pesados llevan también carga que sobresale de su remolque y, tal y como se pudo comprobar en el crashtest de Dekra, a 60 km/h un vehículo que impacte contra una plataforma con la carga sobresaliendo tiene muy pocas posibilidades de supervivencia. Por ello se está exigiendo en toda Europa una señalización especial de dichas cargas.