El 7 de abril, hace 62 años que se constituyó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por eso, cada año desde entonces, se celebra en esta jornada el Día Mundial de la Salud, cuyo lema para este 2010 es “Urbanización y Salud”, sobre la base de que el entorno urbano debe ser promotor de la mejora de la calidad de vida y de la salud.
Por ello, el ayuntamiento madrileño de Leganés celebra, en ésta, su Semana de la Salud, que en la jornada del 6 de abril, se centró en la Planificación Urbana Saludable, pues no en vano, es uno de los más de 140 municipios de la Red Española de Ciudades Saludables (RECS), que aglutinan a más del 32% de la población de nuestro país y que dedican sus esfuerzos a mejorar, mediante actuaciones de gestión diaria, los niveles de salud y de calidad de vida de sus ciudadanos y del medioambiente, optimizando los recursos propios o cercanos que tiene un municipio.
Sin duda alguna, la salud se gana en todos los terrenos y no sólo en el sanitario. Así pues, una buena planificación urbana busca promover hábitos de vida saludables y parte importante de esos hábitos está relacionada con el modo en que se gestiona la movilidad de los habitantes de una urbe, máxime cuando los índices de incremento de la concentración demográfica señalan que para 2015, habrá en el mundo 225 ciudades con más de 10 millones de habitantes cada una, y que en España, sólo 1.000 municipios acogen a 36 millones de personas en 100.000 km2.
“La huella ecológica del Mundo supera ya con creces al propio Mundo”, tal y como señaló José Fariña Tojo, catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Madrid y uno de los invitados a participar como ponente en la jornada de ayer, en Leganés, lo que implica que “ahora consumimos entre un 20 y un 30% más de las capacidades y recursos del Planeta”, dijo.
A juicio de Fariña, esta situación genera injusticias intergeneracionales, por la herencia que dejamos a nuestros hijos; interterritoriales, pues unos pocos consumen mucho en una parte del Planeta, mientras que muchos consumen poco en la otra, y sociales, pues esas desigualdades se replican entre individuos de un mismo entorno. Ante esta situación, el catedrático planteó como solución la necesidad de conseguir ciudades más eficientes y accesibles universalmente, “que no se conciban sólo para ciudadanos varones sanos, de entre 30 y 40 años”, sino que sean sensibles a las necesidades de todos y cada uno de los grupos de población.
Núcleos urbanos más complejos: instrumento clave
El trazado de las ciudades y su estética, las pautas en el uso de la tierra, la densidad de la población y de la edificación, la existencia de los equipamientos básicos y un acceso fácil a los servicios públicos y al resto de actividades propias de los sistemas urbanos tienen una importancia capital para la habitabilidad de los asentamientos urbanos.
Dentro de las actuaciones necesarias para lograr ciudades más eficientes, el tráfico y las disfunciones urbanas ligadas a la movilidad juegan un factor decisivo. Para Fariña, la ciudad ha reducido paulatinamente su complejidad hacia un modelo de ordenación donde los servicios propios de la vida ciudadana se han descentralizado, obligando a los habitantes a tener que desplazarse para conseguir acceder a servicios básicos.
La respuesta a este reto se halla en un modelo de ciudad más complejo, donde se pueda acceder a los servicios demandados por un núcleo poblacional en ese propio núcleo, sin necesidad de realizar desplazamientos.
Reducir la dependencia del automóvil e incrementar las oportunidades de los medios alternativos y de menor impacto ambiental, reconstruyendo la proximidad como un valor urbano, son algunas de las medidas básicas de una planificación urbana saludable en lo que a movilidad se refiere, con el fin de lograr objetivos como variar el porcentaje actual de espacio público destinado al automóvil en las ciudades (70%), frente al espacio destinado a las personas (30%), y logrando incrementar la actividad física (caminar) de las ciudadanos y el uso de medios de transporte alternativos y saludables, como la bicicleta.
El ejemplo de Sant Andreu de la Barca
Así lo expresó en la jornada leganense Enric Llorca Ibáñez, quien además de presidir la RECS, ejerce como alcalde del municipio barcelonés de Sant Andreu de la Barca y que fue invitado por el ayuntamiento de Leganés para trasladar su experiencia en las actuaciones de planificación urbana que ha realizado como edil.
Y es que esta localidad de la comarca del Bajo Llobregat ha experimentado en los últimos años un desarrollo espectacular en cuanto a modelo de ciudad europeo, tratando de integrar todos los servicios en la urbe, desde los comerciales a los residenciales, frente al modelo anglosajón en el que los servicios están compartimentados y repartidos en varios kilómetros, con todo lo que ello representa en merma de calidad de vida para los ciudadanos.
Sant Andreu de la Barca fue eminentemente agrícola hasta la década de 1950, transformándose en una ciudad industrial, sobre todo a partir de los años 70, cuando la población aumentó fuertemente gracias a la inmigración andaluza, y pasó de tener 886 habitantes en 1950, a los cerca de 30.000 censados actualmente.
Este crecimiento es el que le llevó a su alcalde a una reflexión sobre qué modelo de ciudad querían sus ciudadanos y qué medidas eran las más adecuadas, con el fin de lograr objetivos como:
- un modelo de ciudad compacta
- cohesión frente a segregación
- espacios públicos y zonas verdes cada 500 m
- peatonalización del espacio
En el ámbito de la movilidad, la medida más destacada ha sido el soterramiento de la línea de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya (FGC), que ha permitido dotar a la ciudad de un nuevo eje cívico integrado en el entorno urbano, así como la reordenación viaria del entorno. El objetivo de este proyecto ha sido la recuperación de espacio público urbano y la reorganización viaria del municipio, la urbanización de un nuevo espacio para peatones integrado en el casco antiguo y la creación de nuevos aparcamientos.
Por otro lado, este municipio barcelonés estrenó a finales de 2009 el primer sistema automatizado de alquiler de bicicletas en la comarca y el segundo en el área metropolitana, después de Barcelona. El nuevo servicio, llamado BiciSAB, se ha adaptado a las características del esta localidad, cuyo casco urbano es de apenas 2,5 kilómetros.
El mecanismo de funcionamiento es casi idéntico al de la capital catalana: los usuarios solamente podrán utilizar una bicicleta durante 45 minutos, trascurrido el cual, se cobrará una penalización de 2 céntimos por minuto extra, pero no se podrá exceder las 2 horas.