La Directiva de energías renovables asegura que los biocarburantes reduzcan al menos un 35% las emisiones de gases de invernadero en relación al petróleo Las emisiones por cambio de uso de la tierra que puedan derivarse de los biocarburantes son tenidas en cuenta Los criterios europeos de sostenibilidad garantizan que los biocarburantes no afecten a bosques, humedales, turberas y áreas de elevada biodiversidad o reserva de carbono
La producción y el consumo de biocarburantes en la Unión Europea (UE) contribuye decisivamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el transporte, garantizando al mismo tiempo la conservación de los bosques y otras áreas protegidas por su elevado valor ecológico o reserva de carbono de cualquier rincón del planeta. La nueva Directiva europea de energías renovables, en vigor desde el pasado mes de junio, así lo establece y lo garantiza de manera taxativa.
APPA Biocarburantes quiere salir al paso de algunos titulares periodísticos que recientemente han sacado de contexto las conclusiones de diversos autores, cuyas teorías vienen siendo contestadas por la comunidad científica. El cumplimiento del objetivo de biocarburantes previsto en la UE (10% en 2020) no sólo no agravará las emisiones de carbono respecto al uso de combustibles fósiles, sino todo lo contrario: las mismas se reducirán en una primera fase al menos un 35%, incluyéndose en este cálculo tanto las emisiones de CO2 que puedan derivarse directamente de los cambios en los usos del suelo, como las de óxido de nitrógeno procedentes del uso de fertilizantes.
Esta reducción de emisiones se elevará, como mínimo, hasta el 50% a partir de 2017, con diversos biocarburantes avanzados que son ya capaces de alcanzar rebajas de emisiones de entre el 80% y el 95%. “Una vez más, los biocarburantes son globalmente descalificados de manera injusta, aún incluso después de haberse asegurado su sostenibilidad en la UE”, se lamenta Roderic Miralles, Presidente de APPA Biocarburantes, para quien “vuelve a actuar la coalición de intereses empeñada en destruir a toda costa la reputación de los biocarburantes y su papel fundamental en la transición hacia un modelo sostenible de movilidad”.
La posibilidad de que el aumento del consumo de biocarburantes conduzca indirectamente a que los cultivos alimentarios destruyan zonas con elevados valores de biodiversidad o reservas de carbono, que serían liberadas a la atmósfera, es una mera teoría que no ha sido probada científicamente. Aún más incertidumbre suscita poder llegar a cuantificar su posible impacto para cada tipo de biocarburante.
Teniendo presentes las grandes dudas que rodean al propio concepto y a su cuantificación, la Comisión Europea está preparando un informe, que deberá presentar al Parlamento Europeo y al Consejo antes del 31 de diciembre de 2010, con el fin de estudiar estos posibles impactos indirectos a partir de las mejores pruebas científicas disponibles y evaluar si es realmente factible establecer una metodología para su cálculo y asignación.
Extender las exigencias de sostenibilidad
APPA Biocarburantes considera que el debate científico y regulatorio sobre estos posibles efectos indirectos de los biocarburantes se acabaría de raíz si las mismas exigencias de salvaguardia de la biodiversidad y las reservas de carbono que acaba de aprobar la UE para los biocarburantes se extendieran de manera global a todas las materias primas y usos de las mismas.
Ello haría que los citados impactos indirectos dejaran de poder producirse. Esta sería no sólo la mejor solución para asegurar los loables objetivos ecológicos que se persiguen, sino también la más equitativa, ya que trataría a todos los sectores productivos por igual.
“Resulta absurdo e incoherente para los fines ambientales que se pretenden”, asegura Roderic Miralles, “que otras industrias como, por ejemplo, la alimentaria, la maderera, la petrolera o la minera, puedan seguir destruyendo los mismos ecosistemas del planeta que el sector de los biocarburantes queda obligado a respetar”.
Biocarburantes y tierras cultivables
Otro equívoco interesadamente extendido es el que pretende denostar a los biocarburantes acusándolos de requerir cantidades enormes de tierras en detrimento de los cultivos alimentarios. La realidad va precisamente en la dirección contraria.
Las últimas estimaciones de la Comisión Europea señalan que el cumplimiento del objetivo de biocarburantes del 10% para 2020 será posible dedicando un máximo de 12 millones de hectáreas de tierras en la UE, el 10% del total, frente a los 18 millones previstos anteriormente.
El avance tecnológico y comercial hacia la creciente utilización de residuos, desechos, materiales (ligno) celulósicos, algas y otros productos no alimentarios acentuará en el futuro esta tendencia hacia una menor necesidad de tierras cultivables. Además, hay que tener en cuenta la enorme cantidad de tierras agrícolas disponibles pero no utilizadas tras su abandono en los últimos años tanto en la UE como en otros países vecinos como, por ejemplo, Rusia.
Los biocarburantes avanzados reducirán aún más, un mínimo del 80%, las emisiones de gases de efecto invernadero en relación a los combustibles fósiles. “Los datos elaborados por los organismos científicos de la Unión Europea son concluyentes sobre la reducción adicional de emisiones de carbono derivada de los biocarburantes más avanzados, tal como ha quedado consagrado en el anexo V de la propia Directiva de Energías Renovables”, asegura Roderic Miralles.